Sunday, July 30, 2006

El sexto sinsentido

DESDE QUE he llegado a Nueva York, he ido desarrollando un poder especial que me convierte en superhéroe (reg. núm. 192). Como en todos los superhéroes que he conocido, estas cosas te sobrevienen y ni te enteras. De repente, vuelas, tienes cualidades arácnidas o duermes a la virulé pa parecer un murciélago. En mi caso, es una fuente de poder muy local a la par que valiosa, y consiste en saber cuándo cojones la ciclotímica de mi casera está de mala hostia y anda planteándose a echar cianuro en mis Coronitas Extra. Wendoline, Wendoline, que te veo venir.

El primer indicio llegó aquel sábado en el que Diego y yo nos fuimos a Manhattan sin fregar los platos. Los dos platos. A la vuelta, en cuanto llegamos al barrio, percibí que una nota de Wendy me esperaba en la puerta del cuarto. No me equivocaba. “David the kitchen is a mess! There are so many dishes in the sink from your dinner it’s full. It’s so unfair!!!”

Poco a poco, iba descubriendo nuevas señales en el estado de ánimo de mi hogareña anfitriona. Cierto día, paseando por Central Park, me envolvió un extraño olor. Era raro, porque estaba en un jardín lleno de flores. Y sin embargo, lo que yo percibía era claramente el aroma del desatascador de casa. Wendy lo estaba utilizando mientras se acordaba de mí, de mi ascendiente y de la raza española en general.

Eran simples detalles. Dolor de oídos. Jaquecas pasajeras. Incluso en lo alto del Empire State, durante un atardecer, me pareció oír un refunfuñar a lo lejos. Aquel día, olvidé dejar la alfombrita del baño encima de las cortinas de la ducha. Escalofriante.

Llámalo sexto sentido o instinto de supervivencia. Lo que estaba claro es que yo, a veces, veía a Wendy. La veía venir, quiero decir. Como un reloj. Intuía que se había quedado sin papel en plena cagada, y zas, morritos americanos a medianoche. Gracias al sexto sentido, ahí aparecía yo, inocente, casi previsor, con el paper para el toilet recién comprado en Alfonso’s Grocery.

El tono. También era el tono. Ese Deivid acusador, dos decibelios por debajo del umbral de simpatía y uno por encima del de odio. Un Deivid preciso. “Deivid quiero aclararte algo”. “Deivid no sabemos de ti en todo el día”. “Deivid ESTO NO es ser compañeros de piso”. ¡Ya lo sé!, ¡ESTO ES VIVIR CON LA MADRE DE TONY PERKINS!

Pero también comencé a percibir su arrepentimiento. Sus mensajes cómplices, sus “volvamos a ser amigos”. Un necesitar estar a bien conmigo. Un qué sé yo yanqui de ternura con el pobre españolito al que han hurtao la bici y que se alimenta a base de cerezas.

Lo extraño del caso es que ella, paralelamente, no haya desarrollado su propio sexto sentido. Tal vez es que se me da muy bien ser un cínico de cojones. O que soy un maestro en el arte de cagarme en la madre que te parió por lo bajini*.

Ya andaba yo haciéndome mi traje de Super Ibérico pa estrenarlo mañana (nada muy pomposo: una montera y unos dientes de ajo a la cintura) cuando me entero de que, por fin, Wendy se va a Europa. Tiene una boda en Londres a principios de agosto. El resto del mes paseará su resaca entre Holanda y Alemania. Lo único que le deseo es que coja el ramo de la novia y conozca a un distinguido inglés duque de Mequedoaquiavivirynovuelvoabrooklynshire.

Para acabar, diré que, como todo súper héroe, Súper Ibérico también tiene su criptonita. Y es que soy muy sensible a las muestras de afecto. Acaba de venir Wendy a mi habitación con una cerveza y ya me parece la americana mejor del mundo. En fin. Súper héroes hay pocos en el mundo. Y menos a este lado del charco, me temo.

* Por cierto, si alguien de la familia Sharbu llega algún día a leer esto, que sepa que todo parecido con la realidad es pura coincidencia, esto es un Blog de Ciencia Ficción.

Saturday, July 29, 2006

Una imagen vale más que mil resacas








Thursday, July 27, 2006

Mi hermosa lavandería

UNA COSA que siempre he hecho con eficiencia es la colada. Es cierto que se requiere cierto arte para hacer una buena faena pero, más o menos, los pasos a seguir son los siguientes: 1. Amontonas toda tu ropa en una cesta o en el hueco de tu armario para los zapatos. 2. Amontonas un poco más. No te cortes. La ropa sucia tiene que alcanzar la balda de las camisetas limpias (si te quedan). 3. Haces una estructura tricúbica con calcetines, calzoncillos, camisetas, recibos del banco, sábanas, trapos de la cocina, toallas y guantes de la temporada de invierno –aun incrustados en el fondo-. 4. Apisonas la estructura y la metes en tu equipaje. 4. Llegas a casa de tus padres con la mejor de tus sonrisas y mientras pides chuletón y… ensalada, dejas la ropa en el cesto. No sé por qué ahora mismo esta chorrada me ha recordado al problema de la inmigración ilegal. Whatever. El caso es que a los dos días la ropa está colocada en tus armarios con puntualidad y orden prusianos.

Pero hoy mi vida ha cambiado. Mañana tengo una especie de cita y mi ropa es, sencillamente, no apta. Mi primera idea ha sido coger un vuelo directo a casa de mis padres, Ávila (España). Demasiado tiempo. La segunda y tercera idea no merecen mención en el blog por marranas y poco decorosas con lo que se conoce como pulcritud. Así que he decidido coger el toro por los cuernos y volver a hacer una colada. Ya las hacía en mi Residencia de Estudiantes ¿no? Es como montar en bici, nunca se olvida (o como bailar tango, nunca aprendes del todo este refinado arte).

A las 14:38 he hecho mi llegada en la lavandería peruana de la vuelta de la esquina. Me he plantado delante de la puerta y he dicho: “Quiero hacer la colada”. El ruido de las secadoras era atronador, así que he repetido con fuerza: “QUIERO HACER MI COLADA”. Como si fuera un atraco. Todo el mundo al suelo. Suelten las arielitas y los secadores de mano. De aquí no se va nadie hasta que el último átomo de roña salga de mis calcetines. Luego he vuelto a la pulcra realidad del lugar y he pedido auxilio al encargado.

Servicial y guasón, me ha dado mi primera clase: “primero tienes que meter la ropa en estos aparatos”. Je je. He estado más cerca otras veces de morirme de risa. Luego ha cambiado el tono, más didáctico, más “voy a ganar un cliente que a dedicarme al Club de la comedia”, y me ha explicado cojonudamente una cosa que, todo hay que decirlo, es casi tan fácil como rellenar el agua del botijo. Pero bueno, he hecho la colada, que ya es algo. Lo de planchar ya para España. El umbral que se tiene por aquí para afirmar si algo está arrugado o no es más bien facilón. Cuelgas la ropa en hangers y en un rato se han planchao, con la ayuda de la gravedad.

La moraleja sería que nuestros padres han criado inútiles perennes. Inútiles, pero con recursos. Es como si viniéramos con un plus en la barra de aprendizaje. Por eso, si nos interesa, jugamos de cojones a la consola, aprendemos a bajar porno desde el e-mule y, algunos, nos las arreglamos timando al Estado de una u otra manera. ¿Alguien se imagina a Sánchez-Dragó acabándose el San Andreas en cosa de dos semanas? Por cierto, ¿qué tiene este tío contra el fútbol, por qué nació con un plus en la barra de pedantería y por qué hemos de aguantarlo en España y no en otra nación del Eje del mal como la Cuba de Fidel? Supongo que el Señor quiso repartir todas las desgracias de este mundo. Pero si es así, ¿por qué nos tocó también en el draft de gilipollas a__________? (imprimir y rellenar a gusto del lector). (y ahora sí, a planchar la oreja).

Wednesday, July 26, 2006

Chinos vs conquenses

EL OTRO día en el cine, justo al principio de la película, el tío que proyecta me preguntó si la cinta estaba “on focus”. Mitad orgulloso de haberle comprendido, mitad descorazonado por no poder ayudarle, miope como soy, respondí: “No sir, I am who isn´t on focus”. Me miró extrañado, tratando de enfocar con perspectiva la chorrada que acababa de escuchar, y se largó de nuevo a su puesto de trabajo. De nada sirvieron mis espontáneos gritos tras entender lo que le había respondido: “¡¡¡sí, sí, está desenfocado!!!” Esta simple metáfora de la estupidez humana me hizo comprender que tras la visita de mi amigo Diego había de concentrarme en mis clases de inglés. En adquirir algo que, a fin de cuentas, es imposible de-robar. Y allí me paso la mañana, rodeado de una legión de chinos, japoneses, taiwaneses y demás panda oriental. Se les reconoce, principalmente, porque todos llevan un diccionario electrónico. Ojos rasgados y otros rasgos fisiológicos aparte, se les conoce por su infinita paciencia para aprender un idioma imposible. Si existiera el marciano, sería más sencillo para ellos. Personalmente, esta gente me genera una mezcla de gruesa simpatía y de compasión lingüística: me es imposible entenderlos. Así que, principalmente, nos sonreímos.

Ahí tienes a Tim, chino, en mitad de un juego en clase, en una especie de tabú descafeinado, tratando de explicar la palabra Tabú “tennis”. Pero Tim no sabe cómo hacerlo. Se queda un minuto de reloj Made in Hong-Kong mirando la palabra hasta que al fin dice: “HUM”, y ríe. No es una carcajada, es una risa ahogada, pero de lo más contagiosa. Luego mira a la clase y tras otros treinta segundos, DOBLE HUM. Y vuelve a reír, ahora con más fuerza. El tipo lo está pasando realmente mal y aún así está consiguiendo uno de los gags involuntarios más divertidos que he visto en un oriental, y he visto unos pocos. Por fin, y tras balbucear un par de I cannn’t y de I donnn’t, se le enciende la inteligencia idiomática. Una idea ha surgido. La maquinaria industrial china se ha puesto en marcha. Son los mismos genes que han construido la presa sobre el río Yangtse, y Tim los comparte. Tras noventa segundos de lucha entre el hombre y la lengua, dice: BALL. Mis genes han salido también por donde menos se esperaba y he hecho trampas: TENNIS? El papel se transparentaba y he decidido echarle un cable.

Sin embargo, poco a poco, la revolución china, hablando por hablar de alguien, se va consumando. Como todas las buenas revoluciones, se fragua desde dentro del sistema. Algo parecido sabían los kamikazes del 11-S: agarrando la bestia por los cuernos podrían echarlo abajo. Pero se quedaron en el croquis. No se derroca a nadie a cabezazos. Lo saben los negros y lo sabe Zidane. Los chinos, milenarios en el arte de crecer como cultura (milenarios en el arte de aprender otros idiomas) han situado su pequeño imperio en Chinatown, un poco por encima del Financial District, y van arañando esquina a esquina subiendo hacia el Uptown, pero mirando muy de reojo a Wall Street, como en una sombra chinesca, mecida por una música divertida y juguetona, pero letal. Los mapas de las guías delimitan Chinatown por debajo de Houston Street y, sin embargo, si medimos su nivel de conquista por la escritura china en los muros de las calles, en las casas, tiendas y restaurantes, Chinatown está pasando a ser China City. O Big China, una vez que casi se han merendado Little Italy.

Y así, año tras año, van dejando el camino abierto a nuevas generaciones. En la zona del East Village la transición se va haciendo evidente y los caracteres mandarines van mutando a letras del alfabeto romano con ciertos rasgos achinados, como dejando el lienzo a medio construir, esperando a que alguien recoja el testigo.

Mientras tanto, nos sonríen con inocencia y no saben qué decir a cada momento: cuidado, solo están maquinando su nuevo golpe de efecto, el nuevo inmueble que van a ocupar, dónde tirar la nueva simiente.

Por fin, el humo del salón se va disipando y desde mi habitación alcanzo a ver a Jeremy en el fondo. Él también sonríe, como los chinos, aunque no maquina nada. Sólo trata de recordar cuál es mi nombre. La fumada es de primera, cualquiera diría que viene de un fumadero de opio (en Chinatown). A mí el colocón inducido también se me va bajando y, simplemente, creo comprender la verdadera revolución china: la del trabajo. Algo en lo que yo, de momento, no estoy muy focus. J

PS. Qué ilusión ver el domingo que la portada de Travel en el Times iba dedicada a… ¡¡¡Cuenca!!! Y me acordé de cuando mi hermana estudiaba allí, de las Casas Colgantes, de no sé qué Museo Abstracto, del frío que compartimos los abulenses con ellos, del Vete a Cuenca, de Manolo Lama, del Carrusel, de la Liga Fantástica, de mis amigos…

Monday, July 24, 2006

¿Dónde está el pececillo?

ANDABA VIENDO un capítulo de Sex in the City (sí, hay tíos que también lo vemos) cuando, al ver a Sarah Jessica-Parker escribir sobre exo, he recordado que desde que llegó Diego no he vuelto a escribir sobre nada. Dicho lo cual, y ya que el tema está muy candente en esta casa, procedo con el capítulo correspondiente.

‘It’s interesting how sex can join people’. Esta frase, tan macarrónicamente expresada en el idioma de Woody Allen, venía a expresarle a Wendy, a modo de resumen parcial, cómo el sexo puede unir a las personas. Por lo visto, tras una semana de poca City y mucho sexo, Jeremy y Jay se han convertido en una sola Jota. Que no hay quien los suelte, vaya. Ella ha retrasado su vuelo a Cleveland para quedarse una noche más en la habitación de Jeremy. Mucho esperma después, han comenzado a hablar sobre la posibilidad de vivir juntos en Cleveland (Ojayo). Así, sin más. Más para lelismo ilustrado. Es curioso ver desde fuera cómo este tipo repite ciertas pautas de mi vida pasada. Para seguir el juego especular, Jeremy debería abortar la idea e irse a vivir a Madrid para comenzar una nueva vida. Allí conocería a un tipo, neozelandés, que vino a vivir a Madrid para olvidar a su novio gay de Auckland. Ad infinitum.


Lo curioso es que así, viéndolo desde fuera, lo de Jeremy me parece graso error y me entran ganas de decirle que se equivoca, que su sueño era Nueva york, que siga viviéndolo como hasta ahora. Sin embargo, la gente ha de vivir sus propios errores. Saborear su derrota y buscar una nueva victoria. Quién sabe, tal vez gane. Wendy dice que Jeremy es un pequeño pez en un océano enorme aquí en Nueva York. Perhaps, he’s gonna be a Big Fish en Cleveland. Él y Lebron James, nadie más.

En cuanto a mi vida en pareja, al sexo y al amor… psché, no va mal. Diego y yo somos felices como estamos. No nos queremos con pasión pero nos hemos acostumbrado el uno al otro. Y además, gracias a Lesbos, no tenemos sexo. Y sí mucha city. Ayer fuimos adiestrados por una tejana para conocer a neoyorquinas. Tal cual suena. Es difícil explicar mucho más porque la situación fue algo surrealista. Sin embargo, como en toda buena noche con aurora surreal como telón de fondo, el pasmo va increscendo. El clímax in the city fue el periodista canadiense que nos asesoró sobre cuál era la mejor forma de volver a casa. ¿Se puede ir más lejos de Williamsburg? Es complicado saber si una persona que te habla en otro idioma está loco o borracho. Pero cuando ambas coinciden… Esta especie de Clark Kent a la inversa defendió a Felipe González a capa y espada, elevó a los altares de la política, por este orden, a Aznar, Bush y Nixon, y vino a decirnos que un político débil provocaba weakness policies (¿quién necesita perogrulladas a las seis de la mañana?). Luego habló largo y tendido de Oliver Stone, de JFK y de la Comisión Warren pero para entonces yo había vuelto en mí y tan sólo trataba de comprender cómo cojones estábamos camino del Bronx.

Vuelta atrás. Paseo por Union Square. Esperamos la línea L que no llega. Esperamos más. Ni las ratas. Subimos a la superficie y cogemos un taxi que no tiene cambio de cincuenta. Resumiendo: llegamos a casa a las ocho de la mañana, como en España. El hombre es un animal de costumbres. Antes de dormir, trato de retener en mi memoria algo interesante que dijo el canadiense sobre el recuento de votos en Florida. Lo de Al Gore y George W. Bush. Pero rápidamente lo olvido. Tal vez, en ese preciso instante, perdiera para siempre la verdadera esencia de la política internacional. Nunca lo sabré. Sólo desee que aquel tipo de gafa nerviosa alcanzara el Bronx y fuera sodomizado y gomorrizado como nadie nunca lo ha sido en el Estado de Nueva York. Lo del medievo y el culo, pa entendernos. Hoy no había ninguna noticia en el Times acerca de ello así que supongo que tiraron el cuerpo al río Hudson. Que duermas con los peces, Little Fish.

Friday, July 21, 2006

Corona Grande para mi bici

UN GALLEGO es el nuevo líder del Tour de Francia y Óscar Sastre, abulense, es segundo en la clasificación general. Que yo recuerde, jamás ha habido una situación parecida para el ciclismo español. Sobre todo a estas alturas de carrera.

Y, sin embargo, es un día muy duro para el ciclismo nacional. Y para el abulense: ¡¡¡ESTOS HIJOS DE PUTA ME HAN ROBADO LA BICI!!! Serán chorizos. ¡Pero si tenía doble vuelta de cadena de polioritureno puro! (acabo de inventar la palabra pero la cadena era cojonuda, de verdad).

Hipótesis 1: un solo atracador ha pasado dos horas probando las diez mil combinaciones del candado hasta que ha dado con ella.
Hipótesis 2: tres vecinetes han elevado la bici los tres metros del poste al que estaba aferrada, salvando así la dificultad del candado, toda vez que la bici ya no tenía sillín (ver capítulo anterior). En media hora está hecho el trabajo.
Hipótesis 3: yo soy gilipollas y Wendy una jodida zorra por no dejarme meter la maldita bici en la habitación.

La pérdida ha servido, al menos, para suavizar la situación internacional de Diego, mi amigo español hasta hoy vetado en esta casa. Wendy, que en el fondo se siente culpable, ha accedido a que otro español (y van dos) duerma bajo su techo durante todo el fin de semana.

Pero a mí… ¿a mí quién me compensa lo de mi burra? Al cabreo-enfado-cara-de-gilipollas, se le ha añadido un elemento de terror: lo que se han llevado ha sido mi bici descabezada. El sillín aún está aquí. Iiiiiiiiiiii, es algo macabro. Me la imagino corriendo desbocada por las calles de Williamsburg, con plato grande y piñón pequeño, con ese ruidito tan molesto que hacía al pasar el pedal, arremetiendo sin piedad y descabezando chicos marginales que sólo quieren robar un par de ruedas desgastadas. Como el Jinete sin cabeza de Sleepy Hollow, busca la sangre de su sangre. O algo así. No sé escribir relatos de terror, principalmente porque me dan mucho miedo. Así que voy a ponerme de nuevo los tapones porque ya empiezo a oír esa maldita cadena sin engrasar viniendo desde el Puente de Williamsburg. Además, Diego ronca que da gusto.

Con este óleo de Manet finalizo mi homenaje a la que desapareció por los desamparados. Nadie habrá entendido nada, Bici Jordana, pero yo te llevo muy dentro. Caballitoooooooooo.

Wednesday, July 19, 2006

Tópico de New York

AL FINAL, el verano y las feromonas nos ponen a cada uno en nuestro sitio. Esto es, a Jeremy arriba y a Jay abajo. O al revés: ella arriba y él abajo. No, no, mejor cambian, que ella se cansa y ha tenido un día muy largo. ¡Vaya! Esto que se oye no lo han hecho antes. Y por lo que parece, debe de ser un Cuatro x Cuatro (Patas) en toda regla. Así que sí, por fin todo el mundo en su sitio: Jeremy y su perrita; Wendy, la suya y su madre (o Wendy, la suya y la suya). Y yo y mi bici, la cual, por cierto, desde hoy duerme oficialmente en la calle. Me he traído el sillín a mi cuarto pero no es lo mismo que el sexo en pareja.

Y me hago una pregunta: si un ladrón de bicis se encuentra con una bicicleta que no tiene sillín, ¿cuál es su reacción? ¿Pierde interés por ella o, por el contrario, indignado ante la que parece una inacabada obra de arte del hurto, acomete sin piedad contra mi candado de 12,99 y se lleva el cuerpo, ya inerte, de mi bicicleta chino-jordana de 125 dólares? ¿Y si voy a comprobarlo sin más?



Ahí sigue. Veremos a ver qué noche se cumple el tópico y Nueva York, la ciudad de maleantes sin escrúpulos, engulle mi bici para siempre y la vomita en un mercadillo de ruedas, cambios Sihermano (no confundir con Shimano) y cuadros de aluminio (porque la venderán como aluminio y debe de ser una mezcla asquerosa de acero con Titanlux!)

Aunque, bien mirado, para eso están los tópicos: porque esperas encontrarlos. No para que llegue una banda de tarados y un once de septiembre se carguen dos tópicos de un tirón. Ahí es cuando tu amigo Cesítar te dice: “¿pa qué vas a ir a Nueva York, si se han cargao lo único bueno que había?” Y algo de razón lleva, porque yo soy otro fanático de los rascacielos, de los que están en pie vaya, y en eso hemos perdido mucho por aquí. Como en otros tópicos: una chica imponente ha estado esperando diez minutos a que la recogiera un taxi. Y muchos de ellos libres. No les viene bien, simplemente. O su religión está en contra de las rubias. O era Miércoles de ceniza. Vete a saber. [esto, actually, ha sido lo mejor del día!]

El tópico del Empire State seguía firme. Y también aquel de Phoebe en Friends y “su llamada es muy importante para nosotros”. Eso me decía continuamente la vocecita del Pennsylvania Hotel. He ido a preguntar una habitación para mis padres y me han hecho sentir lo verdaderamente importante que soy para ese hotel de 1600 habitaciones. Me lo han repetido unas 40 veces y siempre lo he creído.

Agradezco también el topicazo de Nueva York como una ciudad llena de hispanos, porque estoy comenzando a olvidar mi inglés. Sí, así es. Pierdo facultades. Olvido participios como puños y, palabras más, palabras menos, comienzo a no entender mucho de lo que me dicen y empiezo a ser un poco incomprendido también. La cachonda de la madre de Wendy me recomienda que escriba en inglés. Lo que me faltaba, olvidar mi castellano. Así que voy a remediar lo primero con unas clases de inglés, las cuales, por cierto, para mi sorpresa, sí, aquí, en América, en Nueva York, en la tierra donde te cobran 5 céntimos si te llega un mensaje, aquí, donde tienes que pagar una propina de un dólar al abonar los tickets de tres cervezas en una fiesta de pitiminí, en la esquina donde el pobre que te pide limosna te recuerda las tasas y el tip del quince al veinte por ciento, las cuales decía, las clases, son gratis. ¿Por qué? Porque eres su conejillo de indias. Experimentan contigo lo buenos profesores que van a ser en el futuro. Por mí que experimenten lo que quieran, ya estaba a punto de preguntar cuánto vale en el mercado mi apéndice, mi riñón derecho y mis flamantes muelas del juicio. Supongo que alguien compraría todo este material en alguno de los mercadillos de personas que debe de haber repartidos entre las grietas de los edificios de Wall Street. Cada uno, a su nivel, un maleante. Eso sí, el sillín no me lo quita ni Dios. Él arriba y yo abajo. O al revés, me da igual que me da lo mismo.

Aquí al lado todo es silencio. Sí que ha sido un día duro, sí. Para mí también. Como buen indeciso, digo zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz…

Tuesday, July 18, 2006

Jey&Jay

Imposible dormir. En el salón, Wendy y su madre venida ayer desde Kansas buscan piso en Alcobendas. Esto es, traducido al castizo, que están viendo la tele con un volumen de mil demonios y su yankizo histerismo trepana con facilidad la débil gomaespuma de mis tapones. Por otro lado, Jeremy ha salido a dar una vuelta. Por la tarde me ha contado todo lo de su exnovia de Albuquerque (jamás pensé que conocería a nadie de este lugar). Viene a verle mañana y está algo nervioso. Así que el actor en paro está dando vueltas por el barrio como un poseso y las animadas en casa son las cansas de kansas. Yo, el latino, amodorrado y con ganas de dormir en mi habitación con el mini ventilador a toda leche contando barras y estrellas de la bandera americana. ¿Pero qué está pasando? ¿¿¿A que me hago un botellón y ven lo que es bueno???

Lo de Jeremy es curioso y para lelos. Me entran ganas de acompañarle a fumar algo de ganga pero 1) no paro de toser y 2) supongo que habrá de cargar con ello él solito. Tuvo una novia en Nuevo México hará tres años y hace medio decidieron volver a verse. Según él, tiene mucho que ver el exotismo de haberse venido a buscar las habichuelas a Nueva York. Llamémoslo psicología del desorden o algo parecido (ya está bullendo en mi cabeza la teoría). Sin embargo, ella ha comenzado a verse con otro chico hace un mes, el cual ha conocido del interés de Jay (ella) por ver a Jeremy de nuevo. Así que se han peleado y él (llamémosle George W.) ha roto con Jay. Jeremy tiene un leve sentimiento de culpa que forcejea con otro mayor a la par que evidente.

El asunto es que siento con él una empatía 10 en la escala DEIVID de las empatías. Y creo que comprendo sus nervios, su deseo, su no poder dormir, su excitación, sus sueños, su comecocos. Supongo que puedo decir que tengo un amigo ¿no? Creo que me pertenece ese derecho. Mañana, o pasado, si todo sale mal, podremos salir a tomar unas cervezas y hablar de todo. Esto es, no hablar de nada y ver la gente pasar, que es más o menos como se forjan las verdaderas amistades.

Sin embargo, una duda me ronda la cabeza: ¿y si les sale mal?, ¿y si al dormir él no comprende bien lo que ella quiere, o ella comprende mal el roce de sus dedos en su espalda? Van a dormir juntos pero él no sabe muy bien qué es lo que va a pasar. ¡Yo creo que lo saben ambos! ¿O no? ¿Acaso aquí es diferente? Si yo invito a pasar unos días a una chica a mi casa en España y no la alojo en la terraza sino en mi habitación, se lo estoy poniendo muy clarito. Y si ella acepta, ¡¡¡sexo todo el finde!!! Parece ser que aquí no es lo mismo. Pondrán una cinta policial de las que se usan para acordonar un crimen y aquí paz y después gloria (expresión que está totalmente fuera de lugar en este contexto, todo sea dicho).

Desde luego, el tema me tiene intrigadísimo. Ajeno a sentimientos personales, me aferro a los del vecino como quien ve Salsa Rosa, programa por el que comienzo a sentir un reverencial respeto. Sinceramente, y a pesar de perder a Jeremy durante una semana, espero mañana a estas horas estar escuchando el dulce crepitar de los muelles de su cama. Todo será cuestión de quitarme los tapones, poner la oreja en la pared, sonreír con fuerza y volver a colocarlos en mis oídos. Dulces sueños, J&J.

Monday, July 17, 2006

Soul

CUANDO VINE aquí hace dos años lo hice con un propósito: robarle el alma a esta ciudad a fotografía limpia. Pero claro, es como llegar a Las Vegas y tratar de arruinar a todo el Estado de Nevada. La banca siempre gana. Nueva York ha sido retratado tantas veces que carece de alma. Así que ya no puedo recuperar lo que una vez perdí. Simplemente, he de forjarme una nueva. Y la verdad, a eso en parte venía yo aquí. A Lorca también le quitaron la suya. Puede que a mí me hagan una nueva. Hoy al levantarme, para que no me alcanzaran mis demonios interiores, me he comprado una bici con la que llego a Manhattan en menos de diez minutos. Así la soledad y los otros fantasmas se quedan a las puertas del Puente de Williamsburg, esperando mi vuelta. Pero yo vuelvo por el Puente de Brooklyn. Así estamos todo el día. Y siempre gano.

Lo de la bicicleta ha sido todo un parto. De hecho, cambiadas las vocales se convierte en rapto, es decir, más o menos el negocio que cree que hemos hecho el jordano que me la ha vendido. No paraba de quejarse. “De 165 dólares te la rebajo a 125 y además no te cobro las tasas. Si es que… no te puedes quejar de este precio!” Y lo refunfuñaba una y otra vez como si de hecho, en vez de estar dándome una horrible bici fabricada en China, estuviera ofreciéndome su propia alma por 125 dólares. De hecho, se expresaba en pesos. Exacto, como si le pesara en el alma. O el alma. Un lío. Todo eso pensaba yo mientras el hombrito montaba pieza por pieza la dichosa bici. Supongo que por eso no le ha parecido tan buen negocio. Pero claro, yo no podía llevármela en su caja de cartón, afuera aguardaban Soledad y Remedios.

Luego, en cuanto ambos hemos notado, vete a saber por qué, que los dos sabíamos español, el tipo se ha alegrado un montón. Me dice que tiene un muy buen amigo viviendo en Barcelona -justo en ese momento me estaba montando los frenos, así que no he querido distraerle explicándole que Barcelona es España pero que es mucho más y que el Barça es un club pero también mucho más- y que quiere visitarlo y que ¡cómo están las españolas! Mi único referente jordano en ese momento era Rania de Jordania, así que le he dicho muy sincero que también las jordanas son una maravilla.

No sé quién de los dos habrá mentido más en la media hora de montura de la bici pero ambos hemos salidos refortalecidos de la situación y, por supuesto, en nuestra amistad. Tras eso, Williamsburg Bridge, East Village, Union Square, los Promenades, el City Hall, el Woolworth, ¡por supuesto! Pero antes, Washington Square, donde he tenido que hacer una parada de más de media hora para descansar y dejar algo de sudor personal –no lo hay de otro tipo- en la plaza. Y ahí se me ha acercado una negrita de no más de cuatro años mientras yo estaba parado sobre mi bici. La conversación no estaba exenta de cierta carga filosófica. Con toda la dulzura del mundo, me ha preguntado:

- ¿Eres skater?
- No. ¿Por qué crees eso? Mira, tengo una bici.
- Y si no eres skater, ¿qué eres?
- Un ciclista, he contestado en mi aún chapucero inglés. Y sin embargo, ella sabe que con mi alma prestada le decía: Aún no le sé, angelito, aún no lo sé.

Para acabar, la película que he visto por la noche era Piratas del Caribe II y creo que trataba un poco del alma de las personas. No puedo saberlo porque entiendo aún peor que hablo y porque, además, aún soy un poco joven para comprender películas tan espirituales.

* Por cierto, si alguien muy cercano a mis padres, pero que muy muy cercano, y no me refiero al Bosco, o también, lee esto, que no comente aún nada del tema. Con lo de la caravana tardé dos meses. Correlativamente, creo que esto es peor… No te preocupes, Cris, no paso de 15 millas la hora.

Saturday, July 15, 2006

La soledad era esto

ES ESTÚPIDO lamentar haber encontrado lo que estabas buscando. Como cuando deseas algo tanto que puede llegar a ser peligroso el objetivo en sí. Sí, como esos horribles eslóganes de películas americanas: "ten cuidado con lo que deseas. Podrías conseguirlo". Pues lo mismo. El tema es buscar la soledad, encontrar primero compañía y después verte despojado de ella. Ése es el asunto. Ir a por Soledad y volverte compañíamaníaco. Y no debería haber mayor problema, supongo. Sin embargo, sentirse tan solo en una ciudad de 8 millones de habitantes es mucho sentirse. Y yo no he venido aquí a sentirme tanto. Ha sido un comienzo demasiado bueno. Yo quería un comienzo complicado: una casera gruñona, cucarachas en mi habitación, ratas asesinas y todo eso. Y a cambio me encuentro ratas burguesas, carestía de "cucas" y una compañera de piso de lo más nice que me lleva a fiestas nocturnas en el MOMA. Pero... que se va en agosto. Y luego está Mercedes, una chica ideal que ha decidido rehacer su vida en San Francisco. Lo cual -irónicamente- me recuerda a Curro. Bueno, todo está un poco conectado. Hoy no ha habido bares con nombre de padela pero ha habido risas y un ambiente cojonudo. Y me da pena que en agosto todo cambie. Que me invada una legión de germanas y arias cucarachas (aquí son rubias, como en El Boñar de León, paralelo a la Broadway madrileña) y que se vayan mis dos nuevas amigas neoyorquinas. La pregunta, al menos para mí, salta a la vista, como una bofetada en mi nueva alma prestada de los yankees. ¿Qué es realmente echar de menos? Supongo que como cualquier alma que está aprendiendo a manejarse entre sus nuevos sentimientos, he de aprender también esto. Porque.. ¿puedo realmente echar de menos desde ya mismo -y antes de que hayan partido- a dos personas de las cuales desconozco su color favorito, si conocen a Woody Allen, si son republicanas o demócratas, si votarían a Aznar o a ZP, si van a misa o por el contrario fingen los orgasmos...? (sí, estas dos últimas cuestiones son incompatibles). ¿Puede alguien echarme aún de menos aún habiendo pasado ya más de tres años sin vernos? ¿Puedo no echar de menos ni siquiera un poquito a algunas de las personas más importantes de mi vida?

En todo caso, ya se sabe, es la hora y este programa se llama Llorar por llorar. Seamos optimistas que en agosto viene una sueca. Y antes, uno que no está nada mal y que sabe hacerse muy bien el sueco. Eso espero, porque mi casera gruñona no es pero carácter tiene un rato. Dicho. Optimismo. Y si no, a recurrir a las sabias palabras de una famosa filósofa americana...:

"My loneliness is killing me and I, I must confess I still believe, When I'm not with you I lose my mind, Give me a sign, Hit me baby one more time".

Mucha city. Poco sexo.

NO ES Madrid de fiesta. No era el Space of Sound. Ni siquiera Ávila y Sabor. Pero joder, el garito era una discoteca en un barco en pleno Hudson River y todo el mundo estaba borracho y las chicas eran really cute. Así que el sitio tenía los ingredientes suficientes como para que me encantara estar allí. Sin embargo, lo que de verdad me ha maravillado ha sido –sí, Nando, sí, freidora- que el sitio se llamaba Frying pan!!! Te lo puedes creer? El primer sitio en el que poso el mango y se llama así? Supongo que es como si a Makelele le llevas a un sitio llamado The Pipe. No podía creerlo. Y lo peor, no podía explicarlo. Wendy y Jeremy (mi Joey) no comprendían mi estupefacción. No sé si mi intento les aclaró algo, eso sí, no pararon hasta que llegamos a una placa donde poder hacer una foto (el nombre de la discoteca está “impreso” en la popa y no es posible fotografiarlo…)

Sin embargo, lo más curioso era que tenías que quedarte quieto. Por lo visto, ellas se acercan y tú te quedas inmóvil, esperando a que pase algo. Mirando a todos los lados, moviéndote algo inquieto, tal vez. Como en el dentista. ¡Algo está cambiando Julito!

Todo hay que decirlo: así, yo no me encontraba muy a gusto. Y mientras, una chica de rojo nos miraba todo el rato. Yo intuí cierta libido en su quehacer así que…

- Jeremy, tío, ¿nos movemos?
- No, no, tranquilo, ya verás como viene. Esto es cuestión de paciencia.

Está bien, pensé. Esperemos.

- ¿Seguro?
- Baila, baila…

Claro. Sí, es posible, ellas eligen. Tal vez sea el problema, ¿no? Desde luego, no fuimos los elegidos. Tres cervezas más tarde retomamos el camino a casa como en pleno Alonso Martínez: imposible coger un taxi. Working on. A los cinco minutos, pasa un coche con las ruedas semibloqueadas y haciendo un zumbido tremendo. A los diez segundos, oímos la sirena de un coche de policía.

- Eh, Jeremy, tío, una persecución!!! Es verdad, es verdad, es verdad?
- Sí, sí (con toda la tranquilidad del mundo).
- Iuhuuuuuu! (como Homer)

Mi primera persecución. ¿Corremos? No hacía falta. Una manzana más adelante, el coche estaba empotrado y el fugitivo saliendo acojonado. Y ahí: lo indescriptible. Mejor dicho: lo que todos hemos visto en los informativos. Matías Prats diciendo en una cola (voz en off) con las imágenes desde un helicóptero “y nos llegan nuevas imágenes de la violencia de la policía norteamericana. Un joven de origen mexicano ha sido abatido a tiros tras robar un par de conos de señalización que había en la calle” (Chu…). Pues eso mismo con toda su parafernalia. Los dos polis rodeando al criminal/¿víctima? como si fueran dos velocirraptores, el tipo sin saber que hacer. El poli sacando poco a poco su pistola, hasta el punto de cruzarse con mi trayectoria –lo juro- durante un par de segundos (si fuera South Park, yo ya estaría muerto), el tipejo que se tira al suelo, las esposas, los dos mamporros. Y nosotros pasando al lado como si estuvieran barriendo la calle los operarios de limpieza. De hecho, hice un vídeo narrándolo todo. ¡Vuelve el reportero de guerra!

Una noche perfecta. Eso sí, como dice Jeremy sobre la versión de Sexo en Nueva York en la televisión pública americana, donde casi todas las escenas de Samantha son censuradas: Mucha city. Poco sexo.

Friday, July 14, 2006

Al principio...


¿Y SI tras meses preparando el viaje de tu vida –tampoco es ir a la luna ni conocer a los bosquimanos del Calahari pero vaya, emociona- resulta que al dar el paso más importante, el del “un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para… para el hombre también”, todo se desvanece y caes al vacío, y el avión no existe, y el vuelo 723 para Newark no aparece en la parrilla de vuelos? Una negrita maravillosa tras el mostrador de AENA te dice que tampoco existe. Sí, bueno, ha habido unos días agitados con esto de la huelga pero esa negrita, su cara te

lo dice, es incapaz de engañar a nadie, ni a un piloto de IBERIA siquiera. E incrédula y con unas ganas terribles por ayudarte, mira y requetemira en su monitor con la esperanza de haberse equivocado, deseando que exista ese vuelo 723 a Newark, porque el chico blanco de cara asustada seguro que se lo merece. Y al otro lado del mostrador, yo, pensando a triple velocidad, parpadeando a conciencia buscando qué pieza de mi operación ha fallado. Buscando una ayuda, pero a diez metros está mi padre con suficientes signos de nerviosismo ya, y eso que cree que el problema es, simplemente, que no encuentro la Terminal correcta. ¿Y si todo mi sueño se desvanece, simplemente, porque apunté mal el día, porque mi vuelo es de los de la huelga, porque todo era, simplemente, eso, un sueño? No pasa nada, todo el verano por delante. Todos mis amigos por delante. La piscina del Fresno y todo su "glamur", así, pronunciado en abulense, por delante. Eso seguro. Por delante, ellos. Y Curro. Y su boda. A no ser que…, a no ser que… mi vuelo sea el que vuela a Lisboa porque mi vuelo no es directo, joder, shit, claro que es a Lisboa, Y luego a Newark. Uffff. No pasa nada. Es que no he dormido. Nada. Ni una hora. Ni media. Too much exciting…

Y es que a veces los árboles no dejan ver el bosque. O al revés, el bosque no deja ver los árboles. Allá vamos, hacia el bosque de sequoias de hierro y hormigón armado. Atrás queda ya lejos el Bosco…

Así que accedo a Newark y todo comienza a ser más fácil, como si jamás hubiera abandonado esta ciudad desde que estuve aquí con Edu. Como si fuera de aquí y de ninguna parte, como lo es todo el mundo en Nueva York. Y si te notan que, de hecho, eres de alguna parte, y no perteneces a esto, a nowhere, y comprenden esa cara mitad asustado mitad "no sé qué hostias hacer ahora" te echan un cable. Como el tipo del metro que me ha invitado a al billete.

- Esto es algo embarazoso para mí, le digo.
- No te preocupes, tómatelo como mi bienvenida a Nueva York.

Luego me ha dicho que vivía cerca de la calle 74 en el East Side. Un puto rico, vaya. De hecho, tenía cara de famoso, un aurea especial de tipo especial. Así que le iba a preguntar si era Paul Auster o alguien así. Resulta que luego sabía algo de español, que fue piloto de Delta y que había estado muchas veces en España. Tal vez sea por eso lo del aurea, ahora que los pilotos son como putos dioses.

Y por fin llego a mi barrio, que no es precisamente el Olimpo de la limpieza y del confort. Y es que lo cool me tiene un poco despistado. Cómo puede ser cool un barrio lleno de ratas? O es verdad que las modas en Nueva York van tan deprisa que aquí las guías han de editarse cada mes..? Williamsburg, un barrio lleno de basura, ratas de alcantarilla y de un poco más arriba que la alcantarilla. Por suerte, aun no hay cucarachas, no estamos en temporada. Según me han dicho, esas llegan en agosto. Debe de ser la emigración. En el Bronx hace demasiado frío en agosto y se bajan para estos boroughs. Bueno, estaré preparado. De momento, me compraré unas martins para patear ratones. Para acabar, la casa y la habitación, predecibles, Un auténtico cuchitril. Lo del Johnny, para quien lo conociera, era el Waldorf Astoria. Además, algo sucio. Y me ha tocado limpiarlo con una especie de bayeta salida de un pack de los clic de Famobil (adjunto foto). En todo caso, esto tiene buena pinta. Comencé en barajas con mi primer ataque cardiaco ficticio del verano y ahora estoy con una bajada de tensión así que me voy a hacer un café. Yo, haciendo café. Las cosas cambian. Algo está cambiando Julitoooooo!!! ¿De qué me suena esa frase…?