Jey&Jay
Imposible dormir. En el salón, Wendy y su madre venida ayer desde Kansas buscan piso en Alcobendas. Esto es, traducido al castizo, que están viendo la tele con un volumen de mil demonios y su yankizo histerismo trepana con facilidad la débil gomaespuma de mis tapones. Por otro lado, Jeremy ha salido a dar una vuelta. Por la tarde me ha contado todo lo de su exnovia de Albuquerque (jamás pensé que conocería a nadie de este lugar). Viene a verle mañana y está algo nervioso. Así que el actor en paro está dando vueltas por el barrio como un poseso y las animadas en casa son las cansas de kansas. Yo, el latino, amodorrado y con ganas de dormir en mi habitación con el mini ventilador a toda leche contando barras y estrellas de la bandera americana. ¿Pero qué está pasando? ¿¿¿A que me hago un botellón y ven lo que es bueno???
Lo de Jeremy es curioso y para lelos. Me entran ganas de acompañarle a fumar algo de ganga pero 1) no paro de toser y 2) supongo que habrá de cargar con ello él solito. Tuvo una novia en Nuevo México hará tres años y hace medio decidieron volver a verse. Según él, tiene mucho que ver el exotismo de haberse venido a buscar las habichuelas a Nueva York. Llamémoslo psicología del desorden o algo parecido (ya está bullendo en mi cabeza la teoría). Sin embargo, ella ha comenzado a verse con otro chico hace un mes, el cual ha conocido del interés de Jay (ella) por ver a Jeremy de nuevo. Así que se han peleado y él (llamémosle George W.) ha roto con Jay. Jeremy tiene un leve sentimiento de culpa que forcejea con otro mayor a la par que evidente.
El asunto es que siento con él una empatía 10 en la escala DEIVID de las empatías. Y creo que comprendo sus nervios, su deseo, su no poder dormir, su excitación, sus sueños, su comecocos. Supongo que puedo decir que tengo un amigo ¿no? Creo que me pertenece ese derecho. Mañana, o pasado, si todo sale mal, podremos salir a tomar unas cervezas y hablar de todo. Esto es, no hablar de nada y ver la gente pasar, que es más o menos como se forjan las verdaderas amistades.
Sin embargo, una duda me ronda la cabeza: ¿y si les sale mal?, ¿y si al dormir él no comprende bien lo que ella quiere, o ella comprende mal el roce de sus dedos en su espalda? Van a dormir juntos pero él no sabe muy bien qué es lo que va a pasar. ¡Yo creo que lo saben ambos! ¿O no? ¿Acaso aquí es diferente? Si yo invito a pasar unos días a una chica a mi casa en España y no la alojo en la terraza sino en mi habitación, se lo estoy poniendo muy clarito. Y si ella acepta, ¡¡¡sexo todo el finde!!! Parece ser que aquí no es lo mismo. Pondrán una cinta policial de las que se usan para acordonar un crimen y aquí paz y después gloria (expresión que está totalmente fuera de lugar en este contexto, todo sea dicho).
Desde luego, el tema me tiene intrigadísimo. Ajeno a sentimientos personales, me aferro a los del vecino como quien ve Salsa Rosa, programa por el que comienzo a sentir un reverencial respeto. Sinceramente, y a pesar de perder a Jeremy durante una semana, espero mañana a estas horas estar escuchando el dulce crepitar de los muelles de su cama. Todo será cuestión de quitarme los tapones, poner la oreja en la pared, sonreír con fuerza y volver a colocarlos en mis oídos. Dulces sueños, J&J.
Lo de Jeremy es curioso y para lelos. Me entran ganas de acompañarle a fumar algo de ganga pero 1) no paro de toser y 2) supongo que habrá de cargar con ello él solito. Tuvo una novia en Nuevo México hará tres años y hace medio decidieron volver a verse. Según él, tiene mucho que ver el exotismo de haberse venido a buscar las habichuelas a Nueva York. Llamémoslo psicología del desorden o algo parecido (ya está bullendo en mi cabeza la teoría). Sin embargo, ella ha comenzado a verse con otro chico hace un mes, el cual ha conocido del interés de Jay (ella) por ver a Jeremy de nuevo. Así que se han peleado y él (llamémosle George W.) ha roto con Jay. Jeremy tiene un leve sentimiento de culpa que forcejea con otro mayor a la par que evidente.
El asunto es que siento con él una empatía 10 en la escala DEIVID de las empatías. Y creo que comprendo sus nervios, su deseo, su no poder dormir, su excitación, sus sueños, su comecocos. Supongo que puedo decir que tengo un amigo ¿no? Creo que me pertenece ese derecho. Mañana, o pasado, si todo sale mal, podremos salir a tomar unas cervezas y hablar de todo. Esto es, no hablar de nada y ver la gente pasar, que es más o menos como se forjan las verdaderas amistades.
Sin embargo, una duda me ronda la cabeza: ¿y si les sale mal?, ¿y si al dormir él no comprende bien lo que ella quiere, o ella comprende mal el roce de sus dedos en su espalda? Van a dormir juntos pero él no sabe muy bien qué es lo que va a pasar. ¡Yo creo que lo saben ambos! ¿O no? ¿Acaso aquí es diferente? Si yo invito a pasar unos días a una chica a mi casa en España y no la alojo en la terraza sino en mi habitación, se lo estoy poniendo muy clarito. Y si ella acepta, ¡¡¡sexo todo el finde!!! Parece ser que aquí no es lo mismo. Pondrán una cinta policial de las que se usan para acordonar un crimen y aquí paz y después gloria (expresión que está totalmente fuera de lugar en este contexto, todo sea dicho).
Desde luego, el tema me tiene intrigadísimo. Ajeno a sentimientos personales, me aferro a los del vecino como quien ve Salsa Rosa, programa por el que comienzo a sentir un reverencial respeto. Sinceramente, y a pesar de perder a Jeremy durante una semana, espero mañana a estas horas estar escuchando el dulce crepitar de los muelles de su cama. Todo será cuestión de quitarme los tapones, poner la oreja en la pared, sonreír con fuerza y volver a colocarlos en mis oídos. Dulces sueños, J&J.
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