Monday, September 18, 2006

Caprichos

AYER NO me despertaba ni el perro. Tras haber dormido los últimos días una media de cuatro horas y media (marca personal del año), me di un capricho: doce horas del tirón. Soñé que marcaba un gol con la selección española. En el plano siguiente era un jugador de fútbol americano. El balón era Mister Big y se hacía pis en la cara de los jugadores del Tampa Bay. Luego me hacía pis yo. Tras eso me desperté y fui corriendo al baño. En él, Wendy se limpiaba el cutis con esmero.

Tres de la tarde. Sin poder ir a inglés, sin poder jugar a soccer por culpa de la lluvia y con los museos cerrando, pensé que lo más adecuado era seguir con lo de los caprichos. Así que me fui de tiendas. Así, la tarjeta de crédito y yo. No es que estuviera depre ni nada de eso. Es sólo que a veces te da por afilar tu economía y felicidad. Y eso hice.

Objetivo: objetivo. Lo primero era comprarse ese pedazo de zoom SIGMA 70-300. Octava Avenida a la altura de la 34. B&H, la tienda que me recomendó mi colega Pomar. Un store de judíos con los mejores precios de Nueva York (supposed). Qué majos, te los imaginas con su tiendita de lentes y camaritas antiguas, tratando de cogerle el ritmo al asunto de lo digital, adquiriendo poco a poco los últimos modelos para no quedarse rezagados en la carrera hacia el futuro. Ellos, con sus ricitos morenos… Bueno, pues la tienda de los judíos cabrones ocupa casi una manzana de las gordas. Pero qué ingenuo soy. Tienen un tío que te abre la puerta, tienen un tío que te etiqueta tu mochila. Tienen un tío para informarte de los objetivos y otro para las impresoras y otro para esto y otro para lo otro. ¡Tienen cuarenta tíos! Tienen mostradores donde pides –echando hostias- tu pedido y al instante el Zoom SIGMA 70-300 llega por una cinta corredera. El objetivo cae haciendo un cloc nada romántico, parece que vas a hacer con él unas horribles fotos para una compañía de cementos. Luego pagas en otro cajero y luego lo recoges en otro. Si Daguerre viera esto…

Cuando gastas un 70-300 la gente te respeta. Es cierto. Tu estatus pasa de pardillo aficionado a amante de la fotografía con posibilidades de profesionalismo. Si haces una foto a una tubería rota, el que pasa a tu lado se fija en la tubería y la mira con nueva curiosidad. Antes eras un idiota con pretensiones. Ahora también, pero te respetan. Y el respeto lo es todo en la vida. Por supuesto, el miedo es también mayor. Con un 70-300 puedes llegar a fotografiar el alma. Tal vez no el alma, pero sí llegas a las patas de gallo y a los granos pos-adolescente del cuello. Así que respeto pero temor. Una cámara es como una pistola. Dentro de poco habrá que tener licencia para llevar una encima. Al tiempo.

Todo esto pensaba mientras maltrataba la vida con mi zoom cuando…

Notas para un guión o “un algo” sacadas de un extracto de la realidad:

EXT. CALLE DE BROOKLYN. – DÍA

Un negrito con su mochila en la espalda pasa delante del objetivo de un fotógrafo. Los clics se repiten. Fuera del objetivo, una madre histérica.

“Hey hey hey what the hell are you doing???”

La madre trata de tapar al niño con una mano mientras con la otra amenaza al fotógrafo. El chico se queda congelado, parece él en sí mismo una foto. La tía amenaza con denunciarle. Justo en ese momento un coche de policía hace su aparición por una esquina. Lentamente, van recorriendo el barrio. La mujer duda. El fotógrafo sale de su parálisis y entra en acción ante el peligro inminente:

“Oiga, sólo estoy probando mi nuevo zoom, no quería molestarle a usted ni a su hijo”, y dice esto muy calmadamente mientras va reduciendo su zoom de 450 mm, guardando toda su focal, bajando a los 300mm, luego a los 200 mm. La acción de recogimiento del zoom tiene algo de raro.

“Usted es un pervertido!!!” le grita la mujer. El fotógrafo se da cuenta de sus propios movimientos y cambia la posición de la cámara.

“Mire, ya la borro, no quiero tener problemas”.

La señora salta como un resorte: “¡¡¡no la borres!!!”

El chico está perdido del todo.

Ella duda pero reacciona de nuevo: “Si la borras llamo a la policía”. Y se acerca al fotógrafo con miedo y llena de curiosidad. “Quiero ver la foto”, dice en una duda. El chico vacila pero, por supuesto, accede a su petición.

Chico y mujer miran la foto en la pantalla de la cámara mientras el niño juega con su yo-yo (o con lo que jueguen estos condenados críos yanquis).

“¡El niño sale borroso!”

El fotógrafo no es muy permeable a la crítica:

“Ya le he dicho que estoy probando mi nuevo zoom”

“Déjame ver el resto”



“No me gustan tus fotos. Casi todas están oscuras o borrosas. ¡Las cosas no salen como deberían!”

“Oiga ¿qué es usted, una entendida en la materia? Estoy haciendo pruebas con mi nuevo zoom. Además, no soy fotógrafo”.

CORTA A

Interior. Noche. Chico y señora fuman un cigarro en un salón lleno de fotografías.

Señora: “Así que tampoco eres escritor”.
Chico: “Tampoco”.

Silencio.

Señora, tras calada con pensamiento: “Sólo lo haces como excusa”.
Chico: “A qué te refieres”?
Señora: “De esta forma, no te involucras ni en lo uno ni lo otro. No hay crítica posible.
Chico: “Muy lista, si quieres te pago la sesión”.
Señora: “Por hoy no. Pero la siguiente sí te la cobraré”. Y sonríe.

La señora se levanta y comienza a ver las fotos del salón con cierto interés hasta que repara en una de ellas y ve algo que le sorprende.


Doscientos dólares después, he completado mis adquisiciones en el SoHo. Allí puedes comprar perfumes a mitad de precio, relojes, bolsos, budas, colgantes, horteradas del calibre 1, 2 y 3, Rolex, Trolex, droga, tes, hierbas, peces chinos, pescados vivos y la felicidad en una bolsita de tul. Pero yo, y si acaso, sé comprar ropa. Esta vez sin ayuda. Sólo, delante de mil camisetas, colores y combinaciones de colores. Así que me he ido a lo seguro. Y me he comprado este suéter con capucha en el que en el lado de la izquierda pone BROO y en el de la derecha KLYN. No es tan típico como el de New York, es cinco dólares más barato y además tiene capucha. Sí, lo sé, no tengo 16 años pa llevar capucha pero está lloviendo mucho.

Luego en QuickSilver he comprobado la erótica de las tarjetas de crédito. Al pagar una americana de 60 dólares, la cajera se ha quedado hipnotizada con mi VISA. Supongo que lo que importa no es la cantidad que pagas sino lo simbólico que tiene llevar una VISA encima: detrás puede haber un puñado de dólares o miles y miles de euros en una cuenta suiza. O tal vez sólo le ha gustado el diseño de la tarjetita, un cuidado y elegante dibujo de los toros de Guisando abulenses, todo un orgullo pagar con esa tarjeta en una tienda del SoHo. “Oooooooh, so nice…” Así que le explicado la procedencia celta de los toros, cómo la Península estaba ocupada por diferentes pueblos y… “mira bonito, la historia de los EEUU es muy joven pero no hace falta que me des la brasa con la tuya” me ha dicho en una sonrisa. Erótica del poder con eyaculación precoz.

Caprichosamente, he acabado el día en el Café Riazor, un bar que veo anunciado en repetidas ocasiones en los periódicos gratuitos de la city. Una publicidad horrible con la bandera española ha evocado en mi mente la imagen de los dos galleguitos emigrando en los años 60 para acá. Trabajando duro y sirviendo a neoyorkers todos los días para acabar estableciendo su pequeño imperio: un verdadero bar gallego en el corazón de Chelsea, uno de los barrios más pijos de Manhattan. Alvariños, pulpo a la gallega y música patria mientras hablas con Rosa y Eugenio, la pareja de gallegos, ya a sus setenta años, de cómo fue todo hasta llegar aquí.

Hoy es un mal día para los clichés. La realidad te demuestra que la música es Maná y otras lindezas sudamericanas. El encargado es tan poco gallego como pueda serlo una balalaika. La camarera se llama marta pero es chilena. Si fuera por la decoración, dirías que estás en una cantina mexicana. De hecho, en breve comienza a sonar el “Jalisco no te rajes”. La carta es española, sí, pero da pena ver cómo explican en inglés las tapas: el chorizo es “salchicha española”. Pero más pena dan los precios. Unas olivas son un lincoln (5 dólares). La tortillita, ese cacho que te dan en una gasolinera perdida en medio de la A-6 a La Coruña, 7,75$. A mi izquierda, dos pijústicas del barrio piden toda la carta.

Entre divertido y acojonao, preguntándome cómo serán mis pimientos del “Pisquiyo”, escribo notas en un papelucho. El encargao me vigila constantemente, ¿funcionará aún el viejo truco del representante de la guía Michelín? A mi derecha, una chica más interesada en mis notas que en su libro, toma vino blanco y trata de demostrar que habla español llamando constantemente a marta, la camarera. “Marta, ¿me deja un lapisero?” Me mira. Y anoto que me mira. Cuando pide el lápiz a la camarera, pierdo la ocasión de prestarle mi bolígrafo, pero aprovecho para apuntar esto también. Con lo que vuelve a mirarme de reojo. Por fin, da un trago y le echa cojones españoles. Me mira durante tres segundos en los que le da tiempo a sonreírme. Luego aparta la mirada. De niño encaprichado, paso a ser el capricho. Yo también le sonrío y le digo un “Hi” más bien timidillo. Ella vuelve al libro pero lee veinte veces la misma frase o al menos eso imagino yo. Y creo que es cierto. Al fin, toma una decisión, coge el bolígrafo que le ha dejado marta y saca una nota de su bolso. Escribe algo, lo mira y con una decisión que tiene algo de teatral me desliza la nota por la barra dejándola al lado de mi cerveza.

Ahí es cuando he tenido mis quince segundos de gloria. Warhol decía que eran quince minutos. Con quince segundos de divertimento, mirando la nota, saboreando la cerveza, preguntándome qué pondrá al otro lado de la tarjeta, he tenido más que suficiente. Al fin le he dado la vuelta para comprobar que en la nota ponía un lacónico y sensual: OUTSIDE. La chica ha cogido su tabaco y se ha ido afuera del Café. Le he vuelto a dar la vuelta a la tarjeta: “Sharon Fuchs, Directora de Proyectos del alcalde Michael Bloomberg”. ¿Puedo perder algo aparte de mi neoyorquina inocencia? Cojamos este Outside Train…

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

"Fuchs"????

Mmmmmmmm.

2:55 AM  
Blogger smoolwilly said...

Michael Bloomberg? ¿ese tio es interesante?

Ten cuidado con lo que cuentas Merydiano. FBI is searching you ;)

¿Es esto ficción también? Ya estoy esperando la continuación del post, como si de un capítulo de Perdidos se tratase.

No desfruadarás. Kisses

Por cierto, por los fueros Kuprenses ronda el rumor por el viento de que un inexperado suceso, made in merydiano, impedirá que vuelvas a Spain cuando lo tienes previsto.

Así es Merydiano, no puede ser de otra manera. Nunca defraudas.

6:46 AM  
Anonymous Anonymous said...

¿Inocente tú...?. La inocencia debió ser verde y se la comió algún chino en su ensalada de brotes de soja...

Hubiera pagado muchos dólares por ver tu cara (...) y observarte en plena carrera tras la presunta Miss Fuch. Le habrás tomado alguna instantánea, isn´t it?. Necesitamos pruebas. Show them us, please friend.

Qué interesante que se ponen las aventuras del Deivi en la big apple. Y por último: ¿Qué hay de cierto en los rumores que dicen que te vas a quedar allí de cronista sosiá?. No no no, eh!

Besos

9:39 AM  
Blogger Unknown said...

No hay pruebas pero de verdad, Elena, quítale 20 años a kathy Bates (curioso que se apellide esta mujer como el personaje de Psicosis) y tienes a Sharon Fuchs.

Como dice Primo Dani, Gayla Follen...

Ya me gustaría quedarme de crónica marrón si es preciso, vuelvo el 9 de octUBRE.

12:18 AM  

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