Wednesday, September 06, 2006

Pick up

COMO TODO en Nueva York, jugar al fútbol es caro de cojones. Para jugar en una liga semi-oficial, has de empeñar la dentadura de tu abuela pero yo aquí no tengo. Comprar árbitros es prohibitivo -alquilarlos me refiero- y si encima has de darles propina al final del partido apaga y vámonos. Darle patadas a una piedra está grabado con un impuesto sobre el suelo.

Pero hay resquicios, campos urbanos salpicados por la ciudad donde a determinadas horas puedes echarte tu pachanga. Tu pick-up. Yo suelo jugar de 4 a 6 en el playground de Chinatown. Con lo que eso tiene de extravagante y divertido. Podría decir ahora aquello del crisol de culturas que a esa hora se juntan alrededor de un balón, esférica metáfora de este loco planeta que en versión diminuta se reúne en este barrio. Y no quedaría mal. Pero no, me referiré al crisol de gilipollas que se reúnen en la calle Chrystie al salir de sus trabajos como ilegales. Tienen tantas ganas de neutralizar sus anhelos en la Manzana que un europeo de regate exquisito es el blanco perfecto. Tengamos cuidado.

El paraje es pintoresco. Un campo de césped artificial no del todo malo con dos porterías importadas de Zimbabwe, con perdón para el fútbol de este país. La correspondiente valla que no impide que el balón acabe en los comercios chinos de alrededor. Y unos cuantos bancos alrededor del campo que hacen de grada improvisada.

El mecanismo es sencillo. Como no podía ser de otra forma, el rey de la pista. A los diez minutos debería acabar el partido y empieza a oírse lo de ¡¡¡last play, last play!!! En realidad, el partido no acaba hasta que un nuevo equipo invade el campo y obliga al anterior a largarse con viento fresco. El “last play” es solo intimidatorio. Lo que verdaderamente funciona es lo preventivo: te metes en el campo no sea que alguien meta otro gol y continúen jugando. ¿No suena un poco a historia de los EEUU?

Como dice mi hermana, Nueva York es un pueblo. En el pick up de Chinatown, ya nos conocemos todos. Si mañana en las noticias alguien ha robado el Chest Manhattan Bank, podré decir: con ése jugaba yo. Por ejemplo, está este chico de Honduras, llamado Honduras, que ha sido llamado a Cortes por la Inmigración americana. Fue enganchado hace un par de semanas por la Policía de Inmigración, una división de la Policía de Nueva York que está por encima del sistema (esto último no es cierto pero sonaba tan bien…). “Tienes que ir a Court”, le dijo inmigración. “¿Qué pasa si no voy?” “Con nosotros no vas a tener problemas. Si no te metes en líos, no vamos a ir a por ti. Eso sí, si tienes el mínimo problema con la justicia, te encontraremos y te devolveremos a tu país. Nuestra obligación es decirte que vayas a Court, simplemente, Habla con tu consulado”. Y eso hizo. El cónsul, por supuesto, le dijo que ni se acercara a los juzgados. Tiene toda una vida por delante. Sin delinquir, claro. Por eso, supongo, va a las pachangas a partir piernas, porque dentro del campo todo es legal.

Como en todo guetto, como en toda corte o religión, existen castas. Están aquellos que, bien por veteranía, bien porque han demostrado una trayectoria durante años en las pachangas, son conocidos por su nombre. Vicente es un gringo casado con una cubana que la toca bien (ya estamos…: la pelota). Parece un buen tipo y siempre se preocupa por mí. Jessie es colombiano y es un toro, un jugón. La gente comenta sus jugadas en las gradas. “¡Ese Jessie!” Toni es un italiano que no habla italiano y que se cree Walter Zenga. Es tan popular como mal portero. Es insufrible. Cada vez que juego con él me entran ganas de llamar a inmigración. Claro que es preferible tenerle a él de gollie que a la portera de Taiwán. Esta chica, llamémosla Xing, decidió un día que en su tiempo libre jugaría de portera en el soccer, descartando finalmente el paracaidismo. Pero se equivocó. Hay un ficus en mi salón que se mueve más que ella. No quise hacerlo pero el otro día le di un balonazo en las tetas. Tampoco quise la ovación de la grada pero tuve que consentir…

Y por encima de todos, Eto’o. El tío es clavao a Samuel y, a su nivel, tiene bastante más clase que el camerunés. Un misterio para mí saber de dónde es. El tío es callado como nadie. Habla dentro del campo y los demás asentimos. Pierde muchas veces pero es el pequeño precio de jugar tan hermoso. No hay por qué ganar todas las veces si en la grada la gente te aprecia.

Por debajo, estamos los demás, anónimos que llevamos nuestro nombre escrito en la piel o en la forma de hablar. “Honduras, Honduras, ¡suelta la bola!” “¡¡¡Jamaica, Jamaica, !!! Golazo Jamaica!” “República Popular del Congo, República Popular del Congo!!!” No, menos mal que no tenemos a nadie de este país. Yo soy, por supuesto, España, y a mucha honra estos días. Tengo cierto renombre. Podría decirse que tras los “nominados”, soy un tipo popular en el playground. El sistema implica también que el que llega nuevo organiza un equipo y ficha entre la gente que aún no ha jugado en esa tarde. Yo siempre soy drafteado el primero. Un orgullo.

En el estrato más bajo de esta pequeña mini-sociedad está Kid, el chico al que todo el mundo llama chico porque no merece tener ni nombre ni denominación de origen. Siempre que pierde agarra una papelera y la tira al campo, o tira el balón a la calle. Repetidas veces se le ha dicho que no vuelva pero siempre reaparece, Repatriación de las pachangas debería tomar cartas en el asunto. De hecho, ahora estoy pensando que Kid tiene pinta de africano, es que es mu negro, y no me extrañaría nada que fuera de la República Popular del Congo.

Lo curioso de esta pachanga que no va a ninguna parte y que no pasaría nada si desapareciera de la faz de la tierra, es que está llena de aficionados en los bancos de alrededor. Y siempre son los mismos. Cubanos, colombianos y chinos, principalmente, acuden todas las tardes al campo a ver a sus jugadores favoritos. Y ahí tienes a un chino, al lado de un cubano, comentando la jugada y lo bueno que es Jessie. Todo en inglés. Pero en el fútbol, cuando se insulta, se hace en español, como bien sabe el bueno de Hristo. Así que si alguien falla una bola clarísima, y éste suele ser Honduras, el chino se desgañita y comienza a gritar: “¡¡¡Puta, puta!!!” Un chino es algo mu complejo. Un chino en Chinatown más. Pero un chino rodeado de fútbol y de futbolistas de veinte nacionalidades distintas, es una locura. Bendita locura.

5 Comments:

Blogger :... said...

bendita locura pequenho. alegr'ia de leerte (ya se que eso corre de mi elecci'on... pero hasta hoy...) en fin la verdad que el mandar "saludos a montse" me lleg'o al alma, yo le anhado "y un sugus".

Y la narraci'on increible, me entran ganas de hacer una pachanga bristolenha... eso que yo siempre he sido una defensa muy malucha, aunque very brave, y todo sea por descubrir la idiosincrasia de esa forma tan divertida como la tuya

adioch, un huge (huge es abrazo no?)

1:41 AM  
Anonymous Anonymous said...

que bueno el Pick up! oye... un saludito para la amiga desconocida de Peter, no? que no te enrollas nada...

9:09 AM  
Anonymous Anonymous said...

En Chinatown hay M-30??? Joder que envidia me das.

Te juegas el tobillo porque gambiteas demasiado...

2:47 AM  
Anonymous Anonymous said...

Que grande deivid, seguramente en esas pachangas son muy apreciados los uñazos. Menos gambetas y mas punterón. Un fuerte abrazo, jodida Wendy, y encima con vibrador, que se joda.zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

10:53 AM  
Blogger Unknown said...

india, que no sepas cómo se dice abrazo es grave, tú!!! Deberías saberlo hsata en esperanto. Aunque claro, tú no preguntas, tú lo das, directamente, tione sentido, defensa nalimalucha.

Anonimous, si es que no se na de ti! Dile al peter que me diga como eres. O dímelo tú...

Es un honor saber que en tu cita con la naturaleza siempre estoy presente chu! me entra un gustito desde aquí lejos jajejijoju.

79 dólares un vibrador de los buenos, no es tontería... Imagino que ésa es una de las razones por las que me quiere cobrar 115 dólares de electricidad del mes de agosto la cabrona. No me imagino cómo hemos llegado a gastar tanto, pa mí que me quiere timar una vez más. Imposible esa factura (sin vibrador!?)

respondiéndote a ti y al de la M-30 te diré que ambos seríais grandes cracks en esas pachangas. Pero Diego, tío, tú ya te habrías pegado con un negro super gilipollas. Recuerdos al amigo de César por cierto. Me voy a hacer la colada y luego a un club de jazz, mi típico plan de los sábados!

3:16 PM  

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