Monday, September 04, 2006

Helarte


EL ARTE, algo que en Andalucía viene a ser pasar un frío del carajo, me ha traído de cabeza este fin de semana.

El viernes, con la cabeza despejada tras mi pachanga en Chinatown, me acerqué al Museum of Modern Art (aka MOMA) a pasear mi sudado palmito entre los cientos de turistas que también pasean el suyo. Los viernes es gratis y puedes ver un montónnn de material. Entre cuadro y cuadro, me refiero. Woody Allen se lo montaba así en Sueños de un seductor aunque le iba francamente mal*. Por mi parte, entré con tan mal pie en el museo que se me quitaron las ganas de hablar con nadie. Veamos.

La verdad, considero un peligro hablar de arte. Siempre se te juzgará como un paleto con estudios o como un pedante sin criterio. No obstante, el ayuntamiento me ha puesto aquí pa contar, y eso haré. En la última planta, está la obra de este tipo obsesionado con Hitchcock. Le han dado un espacio de unos 2.000 metros cuadrados que ya los querría yo para hacerme un loft. Bueno, pues en él ha colocado, aparte de otras chorradas pretensionistas (éste es un nuevo -ismo), un mural en el que exhibe, fotograma a fotograma y con exasperante lentitud, una escena de Psicosis. Tras cinco minutos de reloj, has comprobado cómo Janet Leigh avanza dos metros hasta la gasolinera, justo al principio de la película. Joder, cuando ves un Pollock puede no gustarte, pero te vas a otra cosa. Con lo caro que está el tiempo en esta ciudad. Y el suelo… Luego tiene esta otra obra que consiste en el pataleo de un mosquito a punto de endiñar, merydiano plagio de las celebraciones de los brasileños del Real Madrid. Ya lo dijo Arquímedes, dadme un proyector y seré un artista. El tipo se llama Douglas Gordon y se pueden ver sus trabajos en la página del MOMA (si tienes instalado el Plugin de Flash –Gordon-). En serio, tengo un colega que hace cosas más interesantes.

Así, indignado, y tras un breve paso por los dadaístas -unos clásicos al lado de este pánfilo- me bajé a ver a Picasso. Sin embargo, no sé, es como si tuvieras que pagar un peaje artístico antes de disfrutar de las Señoritas de Avignon: previamente has de tragarte la sección “Esto no es nada”. En ella tienes a Pollock, a Klein y un poco de Mondrian, entre otros artista (así, en andaluz) de los que jamás oí hablar. Pollock vendría a ser el más molón. Este hombre vivía en un estudio en el West Village en el que componía murales enormes a base de escurrir sus pinceles sobre el lienzo. O lo que él llamaba action painting. Suya es, en parte, la culpa de que cientos de artistas tipo Basquiat jodieran la capa de ozono a “esprayazo” limpio.

Mondrian es asín. Y Klein tiene este cuadro tan chachi todo azulito (dale, dale al link!). Largo y tendido he hablado con un amigo cuya teoría, cojonudamente bien expuesta, es que los artistas atraviesan una evolución en su obra que puede llevarles a un estado final de abstracción absoluta. Má meno. Llegados a este punto, por lo visto, te plantan un cuadro en mitad del MOMA que tú mismo puedes “pintar” con tu kit de artista en Photoshop. De hecho, acordándome de ti, Pomar, me acerqué a la pintura de Yves Klein, y noté que el morado comenzaba a tirar a morado guarrón, es decir, la gente es tan tocona que el cuadro está empezando a deteriorarse seriamente, en plan Dorian Grey pero a lo abstracto. Así que le pregunté a la tipa que cuida de esa sección si esto era así o, por el contrario, Klein había querido pintar este cuadro con algún tono diferente, suponiendo, claro, que ése no fuera aún el estadío final de su progreso como artista. “No, chaval”, me dijo la chica, “los dedos de la gente empiezan a hacer mella en este Klein. Pero yo creo que simplemente están mejorando la obra”. “Yo también, señorita, yo también”. Y ahí les dejé, ahh, expresionistas abstractos.

Fue ahí cuando comprendí que mi olor, tras la pachanga de fútbol 7, no era tan abstracto como era de esperar. Tentado estuve de deconstruirlo con una solución de agua y jabón en los servicios del MOMA pero pensé que tamaña obra de arte no merecía estar al lado de un cuadro con dedos impresos. Así que me largué a la Quinta Avenida, donde llovía mil, comencé a silbar horriblemente, como sólo yo sé hacerlo, Rhapsody in Blue y me metí en el H&M a comprarme un jersey para resguardarme de la lluvia y para proteger a mis compañeros de vagón en el metro. (NOTA: como toda dramatización de la realidad, he de asegurar que lo de mi olor no era para tanto).

Sin embargo, no fue por Dalí ni por Tzara (el artista, no el rival en moda de H&M) que esa noche tuve pesadillas, sino por Wendy, que al llegar a casa comenzó a gritar como una posesa, jurando en Jeremeo, maldiciéndole por haberle robado la marihuana. Más tarde, cuando parecía que estaba más calmada, se asomó al salón gritando: “Este hijoputa también me ha robado el vibrator!!!” Pa helarte de frío…

La mañana siguiente quedé con mi amiga Maryline para el lunch. Y pude contarle todo lo que pasa por mi casa estos días. Ambos coincidimos más tarde que lo mío empezaba a ser de psiquiatra cuando quise decir Jeremy pero dije Weremy.

Pagada la terapia (doce dólares en un mexicano en Jackson Heights), fuimos de nuevo al MOMA, esta vez al PS1 (Queens). Este museo, que siempre te recuerda al nombrarlo a la Play Station, al-berga la obra de artistas vivos, muy bien utilizado el verbo albergar, pues la mayoría de las piezas tienen que ver con pollas, falos y otras guarrerías que no merecen más explicación.

¿O sí…?

Al principio, noté cómo la francesa miraba con pudor las fotografías de mujeres desnudas. Rechazándolas, negándose cualquier estímulo sexual. Lo que hubiera de infantil en todo aquello no estaba en la intención del artista sino en los ojos de mi amiga. Y se me vino un mito abajo. Recordé las tardes de francesas en la puerta de San Vicente (ahhh Jiménez de la Peña). ¿Pero qué le pasará a esta gabacha? A punto estuve de cogerla del brazo y llevarla en taxi a FAO Schwartz, una tienda de juguetes en la Quinta en la que puedes refugiarte de las obras de arte obscenas al igual que Audrey Hepburn se refugiaba de los días grises en Desayuno con Diamantes.

Cagadas, vómitos, eyaculaciones, granos explotados, meadas, colitis… El museo no es como para que te entren ganas de ir a cenar. Así que lo que quieres es correr de sala en sala e irte a casa a ver la Teletienda. Al principio. Luego, sin embargo, vas comprendiendo que es de nuevo una cierta forma de ¿naturalismo? ¿Por qué repudiar algo que es, simplemente, un hecho de lo más cotidiano? Maryline comentó después algo que me dejó pensando un rato: “¿no es, a su vez, una forma de abstracción?” Ahora que trato de transcribirlo he perdido de nuevo el significado pero en el momento me encantó. Sin embargo, lo que creo que ambos comprendimos viendo tanta mierda es que el artista trata de preguntarte, o de proponerte. Tal vez no haya más propósito en ello, pero es de agradecer.

Por otra parte, nos encontramos con una grata sorpresa, la última fiesta del Warm up en el PS1. Para entendernos, es como si el nuevo ala del Reina Sofía organiza los sábados por la tarde unas fiestukis con música techno progressive, alcohol a precios coherentes y la posibilidad de meter dentro todo un arsenal de drogas. Pero llovía. Y las francesas no se mojan como los demás. Así que nos quedamos viendo los toros desde la barrera comentando quién en la fiesta era cute y quien no. ¿Estoy madurando mucho o es una enfermedad que lo pasara bien?

Un Hagen-Dasz y una película en su casa después, nos despedimos hasta el próximo día sin mediar sudor de por medio. Al despedirme me dijo: “tienes más arte que un instituto”.

Epiloguito (s):

Estoy pensando ahora que el cuadro de Klein va cojonudo con el color salmón de mi salón en Madrid.

Esto me da pie para recordar al artista de Hannah y sus hermanas que quiere comprar al personaje que interpreta Max von Sydow pinturas cuanto más grandes mejor. ¿Y acaso no tiene un poco de razón? Cómo mola comenzar una pregunta con la palabra acaso, ahhhh.

…que a su vez me da pie para recordar el asterisco anterior sobre Woody Allen. Woody se acerca a una chica muy morbosa que mira una cuadro en el MOMA:

*Allen: That's quite a lovely Jackson Pollack, isn't it?
Woman: Yes, it is.
Allen: What does it say to you?
Woman: It restates the negativeness of the universe. The hideous lonely emptiness of existence. Nothingness. The predicament of man forced to live in a barren, godless eternity like a tiny flame flickering in an immense void with nothing but waste, horror, and degradation, forming a useless, bleak straitjacket in a black, absurd cosmos.
Allen: What are you doing Saturday night?
Woman: Committing suicide.
Allen: What about Friday night?

Epifotito (s) en el olvido: Coney Island (x3), madre y can. Eléctrico (mi padre) pidiendo partidito a un chino (y ganando claro, menudo Garbie está hecho mi padre).

3 Comments:

Blogger smoolwilly said...

Ya sabía yo que la barba de tu padre me sonaba de alguien... Spain Rules!

Los tiempos de la NBA se han acabado (Gandalf)

1:16 AM  
Anonymous Anonymous said...

Muy bueno "Helarte"... parece que te vas recuperando... no he entendido muy bien el piropo de la francesa, pero tuvo su gracia, no?
saludos de la desconocida!

8:11 AM  
Anonymous Anonymous said...

por cierto, está bastante bien lo que hace tu colega txampa.

8:29 AM  

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