Wednesday, September 06, 2006

Retrospector

A lo rayuela (copyright by Elena):

UN PAR de noches antes de la lluvia… Un par de noches después de Ciao (Chochín), Primo Dani y yo habíamos quedamos de nuevo con The Lawyer (el abogado del Mar Menor). La situación en sí me obliga a preguntarme, ¿por qué? Es lo mismo que le pasa a Álex de la Iglesia con las grandes superficies, las odias y las amas. Las repudias tanto como ganas tienes de frecuentarlas de nuevo. Como el último cigarrillo. Venga, Dani, última vez que quedamos con él ¿vale? Hecho.

Calle 23 con la 8Ave, propuesto por él. Me pregunto, y le pregunto: “No querrás que vayamos al Turntables on the Hudson / The frying pan?”

- No, no, qué va, este sitio está en el Este.
- ¿Seguro? Que en el este no hay ná a esa altura. No me preguntes por qué, pero lo sé.
- Que no que no, fijo. Que soy un abogao de prestigio.

Seis mensajes después, me doy por vencido. Al final, lo que él quería ir es al Frying pan, un bar que prácticamente regenta un servidor.

Sin embargo, decidimos acicalarnos antes en un bar en la 23 con la 8ª. A un lado de la barra, dos chicas con pinta de putón (ando prejuicioso estos días, lo siento) sacando copas gratis al camarero. Al otro lado, un vejete con cara de entender de béisbol tomando cervezas. No hay color. “¿Qué tal está? ¿Cómo se llama? ¿Está rica la Coors?” El vejete es más majo que los centavos. Javi se lanza. “Usted no tiene pinta de ser de aquí, ¿verdad?” En clara alusión a la más que probable procedencia europea del vejete, llamémosle Dylan. “Eres un joven muy inteligente”, responde Dylan. “Soy de Brooklyn”. “Ahhh, ya lo sabía”, dice Javi. Así, de hecho, se fraguan las fortunas de este planeta, a base de hacer sonar la flauta.

Y se marchan fuera a fumar un cigarro, dando el relevo en la conversación a Steve, un armenio que fue sometido a pruebas alienígenas en Roswell, Nuevo México. Él no lo reconoce, pero Dani y yo lo sabemos. Steve nos quiere. Es que nos quiere. “I love you guys” nos dice mientras mira con un ojo a cuenca y con el otro a Krypton (de donde procede). Steve dice que la mejor cocina del mundo es la vasca. Yo coincido con él. Ya se sabe que no hay nada más grosero que contradecir a un borracho. “I love you, I really love you, guy”. Y mira a Dani, no sea que se sienta menos querido y le dice que también a él le quiere mucho. Los borrachos, no se sabe cómo, tienen amor para dar y regalar. También del fraternal, sí.

Queridos todos, procedemos a conversar con el vejete de algo más de que de amor efímero. Ya no recuerdo si hablamos de Babe Ruth y de los Knicks (me encanta ir cumpliendo tópicos). Lo que sí recuerdo es que Dylan soltó una de las frases más ingeniosas de los últimos tiempos en un bar americano: “Beer is beer”. Joder, luego yo hice un chiste buenísimo en inglés que Dylan me aplaudió pero ya no lo recuerdo. Debió ser cosa del momento.

Javi se pone nervioso. La fiesta del Turntable está llena de italianas y los españoles nos manejamos mal con el catenaccio. Nos vamos o nos vamos. Nos vamos. Mil abrazos con Steve, que nos invita a venir a Nueva York siempre que queramos y un apretón de manos sabio y cordial con Dylan. “Éste es mi bar de compañía. Venid a verme algún día”.

Al oeste por la 23 y llegamos al Frying pan. Para entendernos, el Frying pan es un barco de verdad. En él murieron marineros por disentería, con él se cazaron calamares gigantes… Todas estas cosas de barcos. De hecho, aún tiene los camarotes tal cual eran antaño, un asquito. Allí se celebran las fiestas más cutres: pistas de baile con ambiente de mar o con olor a almejas, nunca se sabe. El barco que está al lado es el Turntable on the Hudson, auténtico glamour a su lado. La fiesta de hoy está organizada por italianos para italianos, más algún latino despistado que se sabe arrimar a la ceboglia.


Y hay cola (s). El aforo de chicos, de hecho, está completo. Ya sólo entran parejas y chicas. Javi, que ha sido invitado por una italiana de su residencia, entra con ella.

Dani me tiene y a mí y yo tengo a Dani. Sonreímos. No cuela. ¿Entramos? No. ¿Cuándo? Ahora no. ¿Luego? Luego. ¿Entramos ya? No. Somos girasoles de la noche bailando alrededor del italiano cabrón que no nos deja entrar. “No vais a entrar. Habéis demostrado muy poca paciencia, la madre de la ciencia”. La madre, la madre… Calla primo, que son italianos.

Sólo quedaba hacer turismo por el Frying pan, completamente vacío. Al primo al menos le gustó la sensación de pasear por un barco fantasma. El eco. Los camarotes. La sensación de alta mar muchos años atrás. La brisa marina en… “¿tenéis papel???”
- ¿¿¿Qué???
- ¿Que si tenéis papel?
- Pero, pero, cómo sabéis que somos españoles?
- Como no estábais en la fiesta… Tenéis papel?- no, no, lo siento.

Surrealista.

Así las cosas, bajamos hasta la calle 14. El Meat Packing. El barrio de la carne. Y posamos nuestros culos en un bar a 7 dólares la cerveza y tú decides si me dejas propina por sacarla de la nevera, chato. Pues va a ser que no.

Por el mismo precio, le pedimos consejo sobre algún bar menos elitista (= más barato, hostias). Es que nos da igual que nos pongas el posavasos y que ésa del fondo lleve un vestido de Stella Macartney, queremos la cerveza a cinco dólares y el resto pues como sea. Pues vete a tu puta casa chato, que este no es el barrio, dice camarera 1. Camarera 2, más maja, nos indica un bar a la vuelta más tosco (more tosk).

Vamos pallá, primo, que ahí se cuece algo americano. En efecto, el bar es yankee a más no poder. Las chicas han tomado la barra y bailan sensualmente delante de tipos que podrían ganar millones de dólares con sólo hacer una llamada a su broker de Hong-Kong. Sin embargo, prefieren estar en este lugar, embelesados por las chicas Coyote. Ésa es, en esencia, la historia colectiva que bulle en las cabezas de los allí presentes: el alcohol ha hecho estragos. La realidad es que el reparto de los Simpson en el bar de Moe se ha congregado alrededor de la barra a ver si se transparenta algo de chicha con la luz de neón del techo. Pero no. Primo Dani y yo nos echamos una partida de billar con un indio (no aficionado al atleti), una chica gordita y un jugador profesional de billar que les asesora en cada jugada. Cuando estábamos a punto de ganar, el profesional se entrometió y las metió todas del tirón. Por entonces nos llegó el mensaje de Javi: “estamos al fondo del barco a la derecha”. ¿Pero quién quiere italianas a la deriva borrachas como cubas cuando estás con la familia jugando al billar con un indio? Yo.

La noche acaba en Bleeckers en un bar de nombre incierto. Cogemos un taxi (el taxi nos cogió a nosotros) y nos fuimos para casa. A los 10 dólares de bandera, y habiéndome asegurado de que habíamos pasado el puente que lleva a Brooklyn, le digo al chino: “ehhh, el del volante, puedes ir parando cuando a llegue a 10 dólares?, que es que no tenemos más dinero…” Frenazo en seco, varias palabrotas en inglés mandarín, en medio de las cuales se entendía: “así que no me vais a dejar propina, eh, propina, eh, tres delicias, propina…”

Primo, el taxista de esa noche era chino ¿verdad?
Sigh.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Joder!!!

4:16 AM  
Anonymous Anonymous said...

Jajaja q noche mas guapa!!! El italiano de los cojones nos salvo la noche, yo le daria un papel en "Cazafantasmas 2".
El del taxi Chino?? Indio?? No se, ibamos bastante perjudicados... solo me acuerdo de lo que nos reimos del rebote que llevaba!!
Q grande el tio Steve... con ese gesto de la cara inolvidable "I love you guys!!"
La anecdota del papel en el "Frying Pan" tan buena como descriptiva de lo que es NYC.
El jodido barco es para verlo, marco extravagante para una fiesta. Los camarotes tal cual como los dejaron en su dia... que digo yo que algun que otro "pick up" de fiesta habrán visto.

Un abrazote

P.D. Solicito un post referente a Bleeckers con Macdougal. Espero una "Good Answer",jeje

3:26 PM  
Anonymous Anonymous said...

Es un motivo de orgullo y satisfacción para esta humilde servidora haber sido nombrada en tu Blog. Como cuando te graban las cámaras de Telemadrid, y sin querer, sales en la tele, y dices aquello de...qúe ilusion! Pos eso: Todo un honor.
Buen post, Rayuela lo merece: progresas adecuadamente, boy.
Pero vamos a dejar de hacerte la pelota, que con el ego subido bajas la guardia y te esfuerzas menos:)

Besos

2:07 PM  
Blogger Unknown said...

"El halago debilita", el camarero de un bar.

3:04 PM  

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