Sunday, September 10, 2006

El burgo de Guillermo


WILLIAMSBURG, EL BARRIO en el que pernocto, es el paradigma de lo cool, palabra de la que estoy ya hasta el cool. Cuando llegas a Nueva York y dices que vives en Williamsburg, sólo oyes decir cosas como “oh, qué cool”, “eh, qué cool”, “uy qué cool”, o “hipsters”, “hippies”, “artistas”, “bohemios” y otras muchas que no entiendo.

Pero nadie te dice lo de la basura, lo de las ratas y las cucarachas. Y aquí puedes decir que hueles la mierda. Por supuesto, los habitantes de Williamsburg ligan y se reproducen y crecen, pero nadie se explica cómo. Puedes llevarte a una chica “to your place” pero es muy largo de explicar que las calles están llenas de basura debido a la incansable actividad artística de la peña. Mejor evitarlo. Hay mierda, más mierda, y después, la mierda. Si las ratas y las cucarachas van a heredar la tierra, en Williamsburg puedes ver cómo se cobran un anticipo. Puede que sea un barrio cool. Puede que sólo sea cool-ete.

Sin embargo, considero que los barrios hay que conocerlos. Si sales a la calle con un par de guantes y un litro de fairy (traducción = hada), y vas arrinconando la suciedad, comienzas a descubrir el encanto de este nuevo SoHo. Años ha, miles huyeron de South Houston, el barrio que les vio nacer como artistas. Tal vez no quisieron ver cómo le cambiaba la cara al concepto que ellos mismos habían creado. El SoHo comenzaba a parecer más un barrio de rich people que de hip people. Tal vez, simplemente, no podían permitirse las nuevas rentas de unos dueños ávidos de dinero. Los tiempos de Peggy Guggenheeim habían terminado. Hoy en día tú eres tu propio mecenas.

Williamsburg fue uno de los barrios elegidos por esta legión de Hipsters, término que no define nada y que aglutina tanta gente como gente se deja aglutinar por el término. Esto es, un europeo sin quehacer alguno y que se pasa la vida escribiendo para el aire es susceptible de ser considerado un hipster. Lo mismo su infumable casera, antigua DJ. Lo mismo el alemán que ha venido a estudiar fotografía en TriBeCa, nuevo compañero de piso de los anteriores. Por cierto, a día de hoy sólo sé de él que me roba la leche y que habla en sueños.

Con todo, Williamsburg también está cambiando. Los alquileres comienzan a escocer, lo mismo que pasara en el SoHo. Los actores que trabajan de bar-tenders o amasando donuts en factorías de Queens han de abandonar el barrio, incluso la ciudad. ¿Qué tiene el arte que atrae tanto el dinero? ¿Y qué tiene el dinero, que repele tanto al arte? En una ciudad con tantos cambios, Williamsburg es el paradigma del cambio. Dentro de nada, pocos hipsters podrán permitirse vivir aquí con su antiguo y caótico ritmo de vida. Entonces, los Judíos Hasidic herederán por completo la tierra prometida, y ya no tendrán a nadie a quien mirar por debajo del hombro.

Mientras, seudo-hipsters como yo disfrutamos de un barrio tan cool. Sí, ahora puedo decirlo y la palabra no me molesta en mi boca. El problema de los seres humanos, o al menos de los periodistas, es que nos creemos que podemos definir algo con una breve pasada. Definimos las personas, las películas, las trayectorias, las caseras y sus perros con excesiva irresponsabilidad. Por eso te gusta "Dos tontos muy tontos" el lunes, te cae cojonudamente bien tu casera un martes y desearías el miércoles que tu casera estuviera viendo la única copia de esa película mientras cae un meteorito sobre el cine. Primeras impresiones nunca fueron buenas. Como lo sé, porque sé que me equivoco como nadie, he decidido darle hasta cinco oportunidades a mi pequeño y guarro barrio. A la sexta, poco más o menos, ha ido la vencida. Williamsburg mola.

El esquema es sencillo. Mi casa limita al oeste con los judíos de barbotas y rizos a modo de cisterna. Al sur con la parte rica de Brooklyn, Bedford Stuyvesant, Carroll Gardens, etc. Al este con un barrio feísimo llamado Bushwick, probable emplazamiento de los futuros hipsters. Al norte está Queens. Y en medio, Bedford Avenue, Metropolitan, Broadway, Union y otras cuantas avenidas llenas de bares y sitios de interés. Entre esas calles, al igual que en Manhattan, cientos de calles en cuadrícula con nombre de número. O con número por nombre. Y en cada calle, una pandilla de ratas que nos cuida la basura.

Un buen tour guiado por Williamsburg podría ser el que viví hace dos días y hace dos noches:

Doce de la mañana. Me levanto. Multiactividad: preparo café, leo el mail, paseo al perro, me ducho, el café se ha salido de la cafetera. Bebo resto del café. En doce minutos estoy preparado para salir a la calle. Prioridad: comprar una tarjeta de teléfono prepago Virgin, muy acorde la marca con servidor (Host). En Wallgreen’s la venden con taxes, en la tienda de Broadway (Broadway Brooklyn) no te cobran los impuestos. ¿Por qué? Porque yes. De camino paso por Alfonso’s Groceries, tienda de comestibles regentada por Alfonso padre y Alfonso hijo abierta 24 horas al día. Dos maleducados. Mi padre hizo bien en rebautizar la tienda como Alfonso Grosery, good job daddy. Me tomo un Nesquik sabor a fresa. Alfonso hijo me cobra un dólar. Alfonso padre dólar y medio. No tengo tiempo para discutir.
Allí está 24 horas al día Tony Aguirre, un cubano de origen vasco que se ha mudado a Manhattan pero que echa tanto de menos el barrio que hace horas extras como persona en la esquina de Hooper con Broadway.
“¿Qué tal, Aguirre?”
“Eh amigo, cómo va eso. ¿Cómo te llamabas?”
“David. Ehhh…” Trato de adelantarme al ritual de cada día pero el tipo es rápido de cojones, Eléctrico II.
“David, David, muy bien, ¿y yo cómo me llamo?”
“Tony, Tony Aguirre”.
“Muy bien amigo. ¿Qué tal? ¿Has ido ya al Seaport?” (esta pregunta me la hace siempre que paso por ahí)
“Sí, eso es increíble, es precioso”. Y no sé cómo pero vuelvo a poner el maravillado tono de la primera vez. “Bueno, Aguirre, te dejo”, pero antes vuelvo a explicarle que el entrenador del Atleti se llama Aguirre y que le llaman el vasco, como a él.
“Muy buena esa historia, amigo, ¿cómo te llamabas?”
“David”.
“David, ¿y yo?”
“Tony, Tony Aguirre”. ”Muy bien, amigo”.
“Adiós”.
“Adiós amigo”.

No vuelvo a Alfonso’s. Pero volveré.

En Bedford Avenue hay tiendas interesantes. Está ésa en la que venden candelabros judíos y bicis de tercera mano que fueron robadas de segunda mano. Vaya, que la bici en sí puede tener 40 años. Le han dado pintura y la venden por 100 dólares. 100 dólares vale casi todo, de hecho. Fijo que si les das 2.000 dólares por todo el inventario no les vuelves a ver el pelo. Mi plan inicial era venderles mi bici unos días antes de volver a España. ¡¡¡A esos precios!!! Lo fastidioso del tema es que en unos días podré ver mi bici repintada en el expositor. Algún idiota la comprará por 200 dólares. Yo se la compré a mi amigo jordano por 125. Cambio, cambio, cambio.

Si avanzas un par de cuadras, está una librería de segunda mano preciosa. Es una Fnac en pequeñito: todo el mundo lee mientras suena la música. Y si encuentras el artículo más barato en otra tienda, te jodes. La diferencia es que aquí, como en toda librería de segunda mano que se precie, hay un gato. Un gato de ochocientas libras, o lo que al cambio sea un gato gordo gordo. Y está sentado encima de los libros de fotografía que más te interesan. ¿No podría estar cazando ratones? Los gatos de Williamsburg se han williamsburguesado, es la única explicación al tema ratas, toda vez que no se ven chinos por la zona.

Bedford está salpicado de restaurantes de comida sudamericana: La Bonita, Comida Criolla, etc. Yo me tomo un tamale y me voy para Manhattan: hay una pachanga que ganar.

A la vuelta, mi intención es coger un par de Leffe’s en el groceries rival de Alfonso’s pero Aguirre está al acecho. Han pasado 6 horas y el tipo sigue allí. ¿Morriña de tu barrio? Una leche. Te tienes montado un tinglao con Alfon que no veas.

“Tony, amigo, Tony, ¿cómo ha ido el día, sigues aquí, eh? Te dejo que tengo que pagar a mi casera la renta del mes y se me pone hecha una fiera. ¿Buen día no? Que la pases bien, Tony”. Ahí he estado rápido. El secreto consiste en atacar primero. Escollo salvado. Gracias, Starbucks.

La noche cae sobre el barrio. Si no hay calima, puedes ver un sol increíble en el lado oeste. Los rascacielos de la ciudad se vuelven borrosos, lejanos. Se hace confortable imaginarte en el barrio tomando unas cervezas. Quedo con esta chica que sólo conozco de un par de ratos. Es jueves y ella mañana no trabaja. ¿Yo? Tampoco. Williamsburg es otra cosa de noche. Las mismas caras y actitudes con un matiz más pardo. Veamos qué pasa entre Hipsters de verdad…

[No alarms and no surprises, no alarms and no surprisesNo alarms and no surprises, please]

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Hola! muy interesante tu blog, divertido... me da pena lo de la bici, si me robaran la mía seguro que lloraba. Podías revender el sillín, a ver si te dan algo. Bueno, ya nos conoceremos cuando vuelvas a España...

8:25 AM  
Blogger Unknown said...

Claro, ahora se me juntan los anonimos con las merinas y no se quien es quien. Es lo bueno, o lo malo de ser anonimo, que eres todos y ninguno. Escribiste Lazarillo de Tormes y tambien El rey Arturo. El sillin esta en mi cuarto como si fuera una cabeza de toro!!! (picasso hizo algo asi creo, es un plagio).

Fer, los Farrelly si que suck!!! Lo de Radiohead trataba de ser un recurso continuado, es una cancion que dice mucho pa mi y la pongo cuando algo dice mucho pa mi. Me he repetido hasta enla explicacion pero si, he de ampliar mis horizontes, algo en lo que me ayuda petepare, amigo de anonima, no confundir, creo, con anonymous.

En la santa un mus? Cuidao que lo echo de menos... (como los ajedreces)

11:32 AM  
Anonymous Anonymous said...

Anónima, más bien. Pero no la que ha escrito antes, soy una nueva. Parece que andas solicitado...

12:38 PM  
Blogger Unknown said...

Tu aprovecha, es lo que tiene el anonimato, aki te pillo aki te mato. (Tambien rima con economato...)

12:44 PM  
Anonymous Anonymous said...

¿¿Y qué me decí de un botelloooón, botellooooón, de Anónimas pa el Blogger a su vuelta ar paí: lo que sería un harén virtuá??

10 lerus entrada

2:02 PM  
Anonymous Anonymous said...

Cuidadín, anonimas y anonymus pueden llegar a ser algo similar...

Pd: "No es lo mismo predicar que dar trigo" Buenísimo! Besetes

4:54 PM  

Post a Comment

<< Home