Monday, October 30, 2006

Consejos prácticos

ALGUNAS REGLAS para sobrevivir en Nueva York:

- Vuélvete deficiente a la hora de afrontar las propinas. A los americanos les encanta soltar la tip, o eso parece. En restaurantes, taxis, museos, al del triciclo que te sube por la Quinta Avenida, al de los caballitos. Dentro de cada americano hay un pequeño Mary Propins. Tampoco seas Steve Buscemi en Reservoir Dogs pero no te dejes tomar el pelo: a fin de cuentas, te has criado sobreviviendo a base de simpas.
- Compra un diccionario MERCADONA-GROCERIES GROCERIES-MERCADONA. Evitará que compres nueces moscadas cuando lo que querías llevarte para el desayuno eran cereales con fibra.
- Inventa pronto un amigo imaginario (llámalo Pepe) para poder hablar con él y en español de tus asuntos más íntimos.
- Si necesitas salir del paso tras cometer un error doméstico, cultural, etc, nunca utilices la coletilla “es que en España esto no es así”. Ya lo saben: aquí sí. Y apostillan: “y si no, no vengas”.
- Si preguntas a una señora con perilla cómo se va hacia el Uptown, jamás comiences la frase de la siguiente manera: “Excuse me, sir…”
- No des por supuesto que los americanos conocen lo que pasa fuera de América. La semana pasada me explicaron que aquí tienen un aparato con el que puedes “imprimir” en vídeo lo que emiten en algún canal ¡incluso si estás viendo tú un canal diferente! Mi cara de sorpresa va a ser nominada para los Foreign Awards of America.
- Explica tus anécdotas sobre España con un deje de tercermundismo. A muchos americanos les gusta sentirse paternales con el resto del mundo (síndrome de Pepe Isbert).
- Sin embargo, la otra mitad cree que son ellos los tercermundistas, sobretodo tras asuntos como el de Nueva Orleáns. Con ellos sí, critica la administración Bush y acaba cada análisis con aquello de “Bush y los amigos de Bush”.
- No asientas más de tres o cuatro veces por anécdota. Podrían notar que no entiendes un pimiento de lo que te dicen.
- Cuidado con los false friends y, sobre todo, trata de no inventar nuevas palabras tipo “to emmocionate, to desaprobate, to almorzate… Curiosamente, sí existen otras como “noción=notion, fumigar=to fumigate, maravilloso=marvellous”. En una palabra, “imitate, don’t innovate!” (dos verbos que ni Dios sabe cómo pero han salío igualicos que en español)
- Que acertaras una vez en el metro no significa que vayas a acertar siempre. Analiza con rigor cartesiano de dónde vienes y a dónde vas en el Subway. Con suerte no acabas en el Bronx.
- Cuidado con los jodíos trenes expreso.
- Y, a pesar de la bonanza que atraviesa el euro, sobre todo, no subestimes el poder del dólar.


Otros datos de interés:
- Escupir en el Hudson es gratis. También lo es en el East River.
- Escupir desde el Empire State es más divertido pero no verás el resultado.
- No veas siempre el vaso medio vacío sólo porque en el MacDonalds echan un 70% de hielos.
- Pasa el momento más excitante de tu vida gritando “Tengo una bomba”. Luego échate a correr en dirección a la Embajada española.
- No vayas a ver a Woody Allen tocando el clarinete. Ahorro: 85 dólares.
- No subas al Empire: puedes mirar desde abajo a los que te miran desde arriba. Ya escupirá alguien por ti. Ahorro: 30 dólares.
- No subas al helicóptero. Ahorro: 150 dólares.
- No compres aceitunas aceitunas marca GOYA. Aguanta la tentación. En diez días estás en España. Tú puedes. Ahorro: 3 dólares.
- Masca mucho chicle. Es lugareño y te quita las ganas de comer.
- Masca la tragedia. Es lugareño y te quita las ganas de comer.
- No vayas a ver a los Knicks. Siempre pierden y esta noche no va Spike Lee.
- Por último, siempre que puedas anda en diagonal. Evitarás el síndrome del Ser Cuadriculado Yankee.

La semana que viene “Cómo pasar desapercibido en Manhattan si eres sudanés o de Alto Volta”.

Wednesday, October 18, 2006

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AL DÍA siguiente de ver "El color púrpura" en un espectáculo de Broadway, y sin que esto tuviera un efecto en mi decisión final, volaba hacia Louisiana.

El vuelo 1432 para New Orleans sale a las 11:59 de Laguardia Airport. Cuando salgo de casa son las 10.02. No está tan mal. Nos las hemos visto mucho peores. Cojo el metro que te deja a unas dos millas del aeropuerto. Desde la parada hay un bus que no debe quedar muy lejos, concluyo. Y aún son sólo las 10:39. Decido hacer algo inoportuno: fotocopiar ocho veces mi pasaporte. Así tendré una copia en cada bolsillo de mi equipaje, en mis vaqueros y en la suela de mis zapatos. Al volver de la fotocopiadora, pierdo el bus por no poder silbar más fuerte (aún con las fotocopias entre los dedos de mis manos). La cosa se complica pero se podría haber complicado más: he dejado el pasaporte en la fotocopiadora. Son las 10:47.

Esto es Roosevelt Avenue. Una avenida no muy ancha que se hace más claustrofóbica por las vías del tren, encima de la calle. El saturado colorido de los comercios de los inmigrantes caribeños y sudamericanos y la alta densidad de población en las calles hacen el resto. Agobia un poco pero no pasa nada. Vamos bien.

A unos cien metros, una camioneta de reparto se para casi en mitad de la calle. Anda qué majo. En Madrid te llevas una pitada del quince. Aquí no se mueve un claxon. Pachorra Avenue. El camión de reparto sigue en sus trece. Mis pulsaciones suben a noventa. Dos autobuses detrás esperan con paciencia. Uno de ellos, al menos, es el que va a Laguardia.

Mientras, la tentación vive en los gipsy cabs. Un taxista con reluciente coche blanco se ofrece para acercarme al aeropuerto. Lo llevo en la cara, ¿verdad? Una mezcla de cabezonería y tacañería irracional me lleva a rechazarle. La situación a 100 metros no mejora. Un coche de la NYPD pasa delante. Nadie está atracando el Manhattan Bank con un butrón, ¿verdad? Pues no va con nosotros. En España ya habríamos oído aquello del “vaya país tercermundista”. En Avenida Caótica Tranquilidad, si pierdes un vuelo, coges el siguiente.

11:08. Oficialmente, estoy desesperado. Planto mis bultos en medio de la calle y sigo el ritual de apareamiento turista-gipsy cab. En menos de 40 segundos, un tipo baja la ventanilla y me dice, jugón: “Sube”.

Tras la hostia en la rodilla al entrar en el asiento de delante, hacemos las presentaciones: no tengo nombre, necesito ir a Departures Delta y muy rapidito.

Sí, el tío tiene cara de alcanzar velocidad Match 1.3 con su buga. Arranca y me dice, divertido: “Tranquilo que llegamos. ¿De dónde tú eres brother?” Ya le estoy viendo bajando las calles de San Francisco dando botes.
Español, contesto.
“¿De Barcelona?”
Y dale. Es curioso. Por lo general, en NYC parece que ser español es llevar una etiqueta de barcelonés. Le digo que soy de Madrid pero viene a ser lo mismo, como si le digo que vengo de El Rocío. El tipo ya tiene preparado su guión y no hay quien le saque de ahí.

“Bonita gente los españoles”.

Ahí me deja un espacio en blanco. Me toca: “Sí bueno, hay de todo”.

“Sí, sí, bonita gente”. Ahora con tono de sorpresa. “¡Ayer veía a David Bisbal en la TV! Qué muchacho! Qué amplio y sociable es. Si España es tan bonito como David Bisbal yo quisiera ir allí”.

No digo nada. Sólo miro cómo nos adelanta un indio con turbante mientras pienso que España es de bonita como David Bisbal, David Bustamante y David García.

Ahora llega el comentario desinteresado y espontáneo: “¡Yo también soy cantante! Siiii, me llamo Pepe Baidal”, y mientras un semáforo pasa por toda la gama del verde hasta llegar al rojo, Pepe busca sus discos entre decenas de bolsas llenas de CDs. Se decanta por dos de ellos y me los muestra con sonrisa de aprobación. La estética de la cintas de las gasolineras en España cobra respeto en comparación.

“Los vendo, ¿sabes?”
¡¡¡Esto sí que no me lo venía venir!!! “Lo siento mucho, no estoy para invertir en el mundo de la música, pero si me dice el club donde canta, le prometo que iré a verle”.
“Siiiii, en el Rosita, allá por el Bronx”.
De cabeza. El sábado a mi vuelta de New Orleáns estoy allí.
“Y no cobran entrada compadre”.
Dé ahora mismo la vuelta que nos vamos pal Rosita.

Pepe mete uno de los CDs en el reproductor, lo que nos cuesta otro semáforo. 11:16. Muy lejos, se ve un avión despegar muy cerca aún de la superficie.

La canción comienza con un ritmo horrible pero se va entonando. Pepe Baidal, el taxista de Queens, tiene buena voz. “Mi mujer es la que canta ahora”. En efecto, una voz preciosa sale a escena. La canción se llama Tinta Roja, así que le pregunto si conoce a Calamaro.
“Claaaro”.
Claro. Todos los cantantes se conocen entre ellos. Pregúntale a Calamaro por Pepe Baidal.

“La letra le escribí yo”, me dice.
Así que escuchamos la letra mientras avanzamos con lentitud exasperante. Me gusta conducir.
“Ay mi Teresita como canta ¿eh?”
Entonces me fijo en una especie de estampa que Pepe tiene pegada al salpicadero. En ella sale la foto de su hija y de su boca sale un bocadillo que lo explica todo: “Papi no corras mucho que los turistas nunca tienen prisa”. Joder con la hija. Lalallalalalaa, Pepe Baidal canta y conduce y sus males espanta.

Comienza otra canción. Recuerda, suspira y presenta: “Esta canción la compuse para todas las madres solteras del mundo”. Son muchas. Y deja sonar el temazo. Canta. Se interrumpe. "Mi madre fue madre y padre a la vez. Es el homenaje que le hago…” ¿Quieres ir más rápido me cago en tu… y en tu…?

La canción suena un rato. Al final, retoma el comentario, parece la radio-fórmula. “Vendí 125.000 copias en Ecuador de esta canción”.
¿En serio?

Tras esto tuvimos una conversación sobre Dios y el destino. Sobre si eliges tú tu destino o ya lo eligió Dios de antemano por ti. El fatum y esas cosas, todo muy espiritual. Mi destino, por supuesto, estaba en las manos de Pepe, de Pepe Baidal.

Cogí el vuelo para New Orleáns por más de quince minutos. Ni siquiera me puse nervioso con la facturación automática. Ya me lo había dicho él, "tranquilo que llegamos". Pepe Baidal, un tipo amplio, sociable. Si son todos como él en Ecuador, yo quisiera vivir allí.

Monday, October 09, 2006

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Photo provided by Kupra RoteiroTM
ME LAS PIRO.

Imposible resumir mis últimos días por aquí así que seguiré contando en CLARK KENT GARCIA EN NUEVA YORK mi prueba para una televisión en NYC, mis días en New Orleans (vi el infierno y luego fui invitado a un hotel de cinco estrellas!), etc, etc. Lo haré como terapia porque estaré al borde de la Gran Depresión. Me apetece ver la muralla de Ávila y las torres Kio tanto como volver a ver la fea cara de Wendy algún día. Ayer me despedí de ella y me cobró 40 dólares de cleaning fee por lavarme las sábanas. En cuanto a ver las feas caras de siempre, será un placer compartir con vosotros una juerguecilla en Ávila. Luego espero borrarme del mapa de nuevo y volverme para acá. Sin embargo, como es bien sabido, acabaré mis días escribiendo noticias del barrio en un periódico del Distrito de Tetuán. Al año, cambiaré de trabajo y me contratará en su gabinete de prensa un bufete de abogados que me pagará un sueldo casi mileurista. Tendré un correo tipo garmardav@ramirezasociados.es y me dormiré todos los días a las 12 de la noche. I really can't wait for it.

Más o menos, así fueron las cosas. Más o menos, así fueron contadas.

Más o menos, así se seguirán contando en http://www.vivenuevayork.com/cblog/merydiano.php













Ps: No me llaméis, estoy de mala hostia y ando aprendiendo inglés con Chema

Wednesday, October 04, 2006

Clark Kent García

ME PREGUNTA la que desayuna descaro en La Rioja (hola Lorena) si no tengo un ojo ya en España. Claro. Si me voy el lunes para allá. Como dice Gaspar Rosety, tengo pie y medio en Barajas. En ésas estaba yo por aquí, preparando mi despedida, espolvoreando ajo en los yogures de Wendy, cuando me llega una oferta de trabajo en la Gran Manzana. Y no como gusano. Vamos, que he mirado para atrás y me he quedado bizco. Lo del curro es muy largo de contar y merece más atención por mi parte. Y lo más probable es que se quede en nada...

Sin embargo, cuando se creía que Merydiano seguiría sin poder decir eso de "he aquí el periodista" (Ecce Noticiatis), cuando la batalla del periodismo parecía perdida, Clark Kent García aparece de la nada con su cámara de 8 megapíxeles y publica la verdad en la prensa neoyorquina!!

La verdad y toda la verdad es que me han publicado una foto en el New York Press. ¡¡¡Oeeee oeoeoeoeoeoeoeee!!!

Mandé varias y preciosas fotos de Nueva York y sus gentes: central park, el Soho, los village, los boroughs... Todas una monada, está mal que lo diga, pero así lo pienso. Por eso, me extrañó que el Press se decantara por esta foto de un ser con nariz aguileña, poca clase jugando al billar y un maletero de Brooklyn a Medina del Campo.

Me preguntaron por un título para la foto y por la location, es decir, "dónde has sacado esta foto tan mona chaval?"

Mi respuesta fue:
We were playing pool in two bars in the West Village. Do you need the exactly name of the bar? I think this should be the Fat Cat, i'm 99% sure. (!)

The caption could be: Danger! Ball impacting black ball... (too warlike?)
The caption could be II: A moment after pure concentration

If you don't like it, of course, come up with one
.

El resultado es el que puede verse en la página 7 del New York Press toda esta semana en la ciudad de Nueva York. Los que estéis por aquí, por cierto, puede que no encontréis ejemplares, es tanta mi emoción que voy llevándome cada puesto que me encuentro...

Y los que no estéis por aquí os quedáis con el contenido en la web: http://www.nypress.com/19/40/news&columns/nyceyes.cfm

Ambas fotos están hechas un asquito. La original es la que encabeza este artículo (y Pomar dice que es buena).

Ah, LA VERDAD es que el “pool” es el Adarve en Ávila, quien juega es mi colega Felipe y de concentración nada, menudo moco que me llevaba.

Clark Kent García cabalga de nuevo!!! (y se las pira a New Orleáns)

Monday, October 02, 2006

Rematando


CUALQUIER TIEMPO pasado fue mejor. Resucitar la memoria del ayer. En busca del tiempo perdido. Por más que le doy vueltas al asunto, aún no comprendo qué me hizo escribirle de nuevas a Sharon Fuchs. Ni estaba tan sólo ni tan aburrido. Tan sólo fue que pensé que sólo estaba. Por estar. O algo así. Es difícil de expresar. Así que pensé en darle algo de marcha a qué sé yo qué y le escribí un mensaje a Kathy Bates. Un mensaje sin trascendencia, comentando de pasada lo que pasó aquel día. Como quien saluda al portero. Como quien hace zapping en la tele mientras se calienta el café en el microondas. “Hey qué pasa, cómo te van las cosas, fue una pena que no conectáramos del todo, ¿verdad? Aún así fue divertido conocerte” y lo que se dice para rellenar los estúpidos 160 caracteres.

Con mucho menos, Sharon fue al grano en 30 segundos. ”Estás en nyc?”

¿Quién, yo? Pues sí pero evidentemente a ti no te lo voy a decir. Ahí fantasee (si es que se puede conjugar el verbo fantasear en pretérito de pesadilla) con la idea de que Sharon dispusiera en el ayuntamiento de algún dispositivo con el que poder localizar vía GPS mi móvil. Aún así, me la jugué: “No, estoy en Boston hasta la semana que viene”, toda vez que cualquier pregunta sobre cómo es Boston y qué he hecho allí podría responderla con cierta verosimilitud.

A Sharon le viene al pairo dónde esté. Unos segundos después, me dice: “Es importante que hablamos”.

Dios mío, he abierto la caja de Pandora. ¿Por qué es importante que hablemos? ¿De qué? ¿Dónde y en presencia de qué abogado? Wendy II: esta tía me pone los pelos de punta.

[un ratón acaba de entrar en la habitación por debajo de la puerta. Ha olisqueado el cargador del portátil. Me ha mirado. No gustándole el panorama, se ha ido por donde ha venido. Sin más incidencias, sigo con lo que estaba].

Trato de calmar las cosas con un silencio sepulcral. No sé de qué tendremos que hablar pero podemos hacerlo por mail, si te viene bien, cuando ya esté yo en España.

Como en un monólogo, Sharon se ha contestado a sí misma: “Un amigo esta muerto. Pero es de Espana”.

[ahora lo del ratón resulta entrañable, ¿eh?]

Es fácil unir ambos mensajes, simple silogismo: “tiene que hablar conmigo porque hay alguien muerto en España”.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

…y me entra una risa nerviosa.

Se ha equivocado. No puede ser un mensaje para mí. Claramente, se ha equivo… Me llama. Me está llamando. No pienso coger esta llamada sin un exorcista delante. Dejo sonar el teléfono y cuando cesa la llamada, lo apago. A la tía le van a hacer un hueco en el pasaje del terror.

Pasadas unas horas, más calmado, pienso que tal vez Sharon quiera llevar unas flores a un cementerio en un pueblecito de Guadalajara, allá donde esté enterrado su amigo. Es un bonito detalle. Simplemente, no puede abandonar así como así su puesto en el ayuntamiento. Además del vuelo. Sólo quiere que yo lleve esas flores y rece una oración a modo de despedida.

Linda, la Sharon.



Han pasado 24 horas.
Enciendo el móvil. Son las dos de la mañana. Varios mensajes sin mayor interés o gravedad. Dejo el teléfono encima de la mesa de madera que hay en mi cuarto, el único mueble, y me relajo. Leeré un rato y me pondré a dormir con el sueño de los benditos. El ruido del teléfono al rebotar en la madera me ciega en mi lectura. Es un mensaje. Es de Sharon. No dice nada nuevo. Sólo repite lo de hace veinticuatro horas. “Un amigo está muerto. Pero es de Espana”.

Corro al servicio por si el pelo se me ha vuelto canoso. La chica es una de las nuevas brujas de Salem y viene a por mí.
¡Con el teléfono apagado, jamás me cogerás! Garri, si no te cojo las llamadas estos días es pa no darla ventaja.

[Extracto del estado mental de Merydiano de Brooklyn, a sólo unos días de su vuelta a España. Cercano a Brad Pitt en 12 monos,

david alejandro garcia martin]

“Todo el mundo tiene un pasado. Y el que no lo haya escondido que lo esconda”.